Relatos, historias y cuentos.

sábado, 16 de julio de 2011

Frank La ballena....

sábado, julio 16, 2011 Posted by Anil , , , , , , , 2 comments
¡Hey!
El relato de este mes  tiene una dedicatoria especial para los que inspiraron esto:
Pepe, Brandit y Frank Orozco (Que no es el personaje principal de el relato, he). Pepe brindo la idea con una sola frase, Brandit me ayudo en la redaccion, conclusion y final y Frank.. bueno, estaba ahi cuando empece y me animo a seguir con esta historia.

Dicen que los niños son crueles. Dicen que las personas no son dementes por naturaleza y se les puede "Curar". Pero siempre existe la posibilidad de una recaída, algo que nos haga volver a nuestra enfermedad, hacía aquella peligrosa reincidencia. Y tambien hay un factor, no lo olviden, que actua como detonante y acelera nuestra desgracia. Si la ira es una enfermedad, ¿Cuantos de nosotros somos esclavos de ella?

Frank La Ballena
-… ¿Sabes cómo me decían de joven?...Frank la ballena…
Y apuntaba su revolver a la sien de Máximo, en una habitación con olores rancios de alcantarilla, donde se filtraba un haz de luz  miserable que solo destacaba la silueta de los dos chicos empapados en sudor gracias al caluroso ambiente de la habitación. Una gota de sudor le resbala por la frente a Frank, un chico grande y fornido, con cabellos negros y cortos al estilo militar y una fuerza de los mil demonios en las manos. Máximo cerraba los ojos con fuerza mientras su respiración, siempre cálida y paciente, se aceleraba hasta convertirse en un jadeo. Frank apretó un poco el gatillo y después…
Se preguntara el lector como es que Frank y Máximo llegaron a esta situación. Y mucho más si les dijera que eran buenos amigos desde hace aproximadamente 6 meses. ¿No…?  Tal vez prefieran una historia donde solo se cuente  un final sangriento y sin sentido para que cuando, en la noche, recuesten sus cabezas contra las almohadas, imaginen lo que pudo haber pasado con estos chicos de 18 años que no pudieron liderar con sus problemas y los llevaron a una estúpida discusión donde alguien salió herido (o muerto, ya que, en todo caso, aun no se los he revelado). O tal vez quieran oír la historia (que podría resultar tediosa y muy mala)  y entender cómo es que ha pasado esto, aunque probablemente  no tienen tiempo para leerla completa. Afortunadamente hay una solución para todo y esta es muy fácil: los que quieran la historia completa, sigan leyendo, los que no, crucen al último párrafo de la narración (Ahí donde se repite el primero) y sigan contentos con su vida.
Una última aclaración debo hacerles antes de continuar con esta pequeña historia: si buscaba un cuento que los entretuviera un poco, deben salir de esta publicación y volver a buscar en otras publicaciones (pasadas o futuras) lo que sea que quieran oír. Este cuento ha paso en verdad, en algún lugar, con personas reales y una arma  bastante sólida. No sé cómo llego a mí ni se porque la estoy escribiendo. Tal vez sea morbo, o tal vez sea que es una historia digna de mención para aquellos que entiendan lo que su contenido dimensiona. Como sea, si los temas de demencia, locura temporal o traumas psicológicos no son de su agrado o no han pasado ni cerca por alguno de ellos, pueden ir al final de historia y olvidar este relato-cuento para siempre. O no  leerlo. Pero si sienten que lo que pasa diariamente en su vida les da razones para probar la locura, el estrés es más del que quisieran soportar o sienten que su mente es muy compleja y nadie más los entenderá, este relato-cuento es para ustedes.
Yo cumplo con mi deber de advertirles acerca de lo que pasara; está en sus manos la decisión que tomaran… Ahora, ¿Qué les parece si empezamos por donde se debe empezar?
Frank conoció a Máximo en el primer día de universidad. Ambos estaban en la misma  preparatoria pero, por motivos de altivez de Máximo, nunca se dirigieron la palabra antes de la universidad.  En la preparatoria, Máximo se rodeaba de amigos grandes, corpulentos y de moda para sentirse bien consigo mismo, mientras que Frank se concretaba a tener los amigos que la vida le fuera dando. Máximo era un chico desubicado que se pasaba el tiempo idolatrando y filosofando acerca de su vida; en un sentido más definido, de él. Podía verse tirado en su cama viendo videos  de You tube todo el día mientras comparaba su vida con la de los demás y terminaba siempre dando por sentado que  él haría las cosas mucho mejor en cualquier situación. Se había mudado de una gran ciudad a una más pequeña con una taza de violencia muy baja; en el trascurso de las 17 horas que hizo en  auto de la gran ciudad a la pequeña (o como él decía, el pueblo) decidió que su estilo impondría moda en cuanto posara un pie en el suelo. ¿Quién podía resistirse es estilo punk rock que en ese estúpido y minimalista rancho no habían visto?  Su soberbia consumió todo rastro de enojo por dejar su amada capital y mudarse a un nuevo lugar aburrido y sin vida.  Un enojo que volvió mas fuerte que antes cuando vio en el “pueblo” muchos (tal vez cientos) de chicos  con una gama de estilos mucho mejores que el suyo que se paseaban por ahí luciendo como verdaderas estrellas de rock y dejándolo en ridículo. Se encerró en su habitación a amargarse la vida hasta que conocía un chico afro que le recomendó escuchar Reggae.
-Es una tendencia nueva y melodiosa, nadie por aquí está acostumbrado a escucharlo.
Nuevo y melodioso; es algo que no le sonó a un tipo de música expresiva, si no a  algo que lo haría diferente, especial y, por lo tanto, popular. Así que sin nostalgia alguna abandonó toda la música que le gustaba y se sumergió en la moda reggae. Y aunque no funciono con la popularidad que esperaba, le concedió varios amigos que le hicieron sentirse adaptado.
Pero como antes hemos mencionado, el chico era un total ególatra a su persona. Así que cuando entro a una universidad donde no conocía a nadie y el reggae no le servía de mucho, su necesidad de encajar volvió más fuerte que  antes, haciendo que buscara un nuevo amigo o fingiera una nueva moda para poder acoplarse.  Encontró a la típica chica adaptable (aquella que a todos les cae bien hasta que descubren su verdadero carácter controlador y obsesivo) y a la no tan usual chica chicle (Esa que se pega y parece tu novia, solo le falta darte un beso). Y, siguiendo a la chica adaptable, encontró a Frank.
Frank conocía a Máximo de vista, pues cuando empezó con su vida reggae fue  imposible no darse cuenta que un maniaco quería llamar la atención en la preparatoria con una moda nueva. Todo el mundo se dio cuenta, he incluso le hicieron el favor de comentarlo un poco alimentar su ego. Aunque a Frank no le intereso ni un poco y siguió  con sus amistades de siempre, en el fondo, muy en el fondo, Frank entendía su necesidad de encajar, pues él mismo había sido nuevo un año antes de su llegada. Verán, Frank tal vez pensaba igual que Máximo acerca del “pueblo”, pero no lo demostraba ni hizo nada por llamar la atención. Para él no fue difícil hallar amigos. Su personal introvertida aunada a su apariencia física lo volvía un misterio andante entre los chicos de la prepa y pronto los que se encontraban a su alrededor se vanagloriaban de hablar con él, al principio con pequeñas frases estándar y luego convirtiéndolo en alguien a quien contar sus penas. No es que a Frank le gustara mucho que le considerasen un enigma, ni mucho menos, pero al menos tuvo su propia y original manera de encajar, sin dejar de lado su verdadero ser. Y encontró amigos confiables, que ni se metían ni abusaban de él. Amigos de los buenos. Pero después, pasados los 3 años de preparatoria, surgió una buena oportunidad en la universidad, pues le ofrecían una jugosa beca del 60% que le fue imposible rechazar; la única  desventaja de esta beca era que ninguno de sus amigos iba a estar con él. Y aunque los apreciara, acepto la beca sin dudarlo, en virtud de su futuro.
-¡Hey! me gusta esa canción que escuchas.
Fue la primera frase que salió de los labios embusteros de Máximo. Era rock, sonaba de su lap y era la primera clase de Administración.
-Y a mí.
Entonces entro el profesor y se presentó. Domingo, así se llamaba, según me dijeron. Hablaba con si no tuviera rumbo fijo y se saliera de la tangente cada que podía. Era una clase aburrida, así que Máximo se dedicó a platicar con Frank.
-No me gusta esta uní.
-¿Y por qué te metiste aquí, si no te gusta?
-Porque es de buena calidad- susurro muy bajo Máximo, haciendo un puchero de desprecio con sus labios que le dieron aspecto infantil. La verdad era que no había hecho solicitudes en ninguna otra, dejando pasar el tiempo hasta que su padre le metió en la escuela que puedo- ¿Qué otra clase tienes?
-Microeconomía y luego Matemáticas.
-¿Ingles?
-Todo el mundo lo tiene- Le contesto y puso los ojos en blanco.
-Perfecto. Te veré después de inglés. Te espero.
-¿Me ponen atención los de atrás?- El profesor los veía: exigiendo respeto, pensó Frank, con suplica, creyó Máximo.
-Gracias. Como decía, es importante para las empresas una excelente administración y eso se demuestra con la Misión y la Visión de la misma, dentro de la cual también se ve la ética de una empresa…
Bla bla bla bla…. Sonaba en el cerebro de Máximo  mientras dejaba que un hueco se apoderara de su mente y se ponía  a ver a sus nuevos compañeros de clase. “Dios, que horrible es esa chica, seguro es una freak… ¿Qué es eso que lleva ese tipo? ¿Un intento de playera punk?... Te crees tan linda con tu pelo, chica, pareces pudle… ¡Hey!, el idiota de allá tiene un gorro como el mío… lástima que  a mi sí que se me ve genial”  siguiendo así por toda la clase. Y aunque la mente de Frank hacia algo similar, al menos él se esforzó por tomar notas en clase. Cuando dieron las 10:00, salieron al corredor y ahí Máximo le recordó que lo vería después de clases.
Fue un día productivo que no aprovecharon ninguno de los dos. Ya para el final de su clase de inglés,  todos  (No solo ellos) deseaban regresar a casa y dormir un poco. Frank se había olvidado por completo de encontrarse con Máximo después de las clases, así k se dirigía soñoliento a su automóvil cuando oyó que alguien gritaba su nombre en el final del pasillo.
-¡Eh, Frank. He, espérame! ¡FRANK!
Lo último casi le sonó a una orden más que a una petición, pero lo paso por alto cuando vio quien le gritaba. Esperó que Máximo lo alcanzara.
-Debiste haberme esperado.- Otra vez un tono que parecía orden- ¿Dónde vives?
-Al sur- pasaban muchas chicas a su alrededor y nadie  parecía tenerlos en cuanta-¿Por qué?
-¿Me das un ride?
Apenas se conocían y ya le había pedido un ride. Se lo pensó durante unos 5 segundos y después acepto. ¿Qué podía perder? Solo le daría un ride y ya. Además,  apartando toda su estupidez, le caía bien.
-Está bien. Vámonos.
-Espera, déjame llamarle a mi papa para que no venga.
Hubo un crujido lento y suave dentro de la cabeza de Frank seguido de una respiración agitada que solo sonó en su cabeza. No, es un gruñido mental, razonó. Realmente era algo nuevo para él. Una señal de molestia en su metódica, aburrida, rítmica y nada emocionante vida. Disfruto de ese nuevo y exuberante  sentimiento en su cabeza, sin saber cómo definirlo; si odio, rencor o molestia. Tan entretenido estaba en eso que  Máximo tuvo que darle una palmada en el brazo para sacarlo de su ensismamiento. Había acabado de hablar con su padre, el cual se  molestó al ser cancelado de último momento. “Como si fuera tu chofer” dijo y le colgó.
-¿En que piensas?
-En nada- Le respondió- Vamos al carro, ya no quiero estar aquí.
-Ni yo amigo, ni yo…
El camino a casa fue inusual; platicaron de sus días buenos, sus amigos, familia, música, vicios, de todo, así que se dieron cuenta  que simpatizaban en muchos  aspectos y que los dos eran foráneos en ese lugar. Cuando llegaron a la casa de Máximo, se rieron de un chiste machista (Nada gracioso para mi gusto) y se dijeron hasta mañana sin mucho entusiasmo.
Y así pasaron  muchos días, más o menos con la misma rutina: se veían en las mañanas, en las clases que tenían juntos  se hacían compañía, salían de inglés y regresaban juntos a casa. Se iban de fiesta juntos ocasionalmente y bebían hasta estar ebrios.  Casi siempre discutían y al final Máximo imponía su manera de pensar sobre la de Frank. Los chicos de la escuela se acostumbraron a verlos juntos y Frank  atrajo, con si misteriosa  personalidad, a muchos amigos  dentro del instituto, varios de ellos muy interesantes. No sabría decirte cual fue  la verdadera virtud que Frank emanaba de su esencia, ni si era un persona cálida y callada o simplemente le gustaba pasar tiempo en silencio, pero lo cierto es  que atraía a las personas sin esforzarse o planearlo, se podría decir que era una atracción natural que denotaba su presencia.  Si alguna vez llegarás a escuchar la teoría de los espíritus del caos y calma definirías perfectamente a uno y otro hasta este punto del relato; sin embargo en la teoría no se aprecian los cambios que pueden surgir en un espíritu de calma no definido o combinado cuando un espíritu del caos  se apodera de él. Y eso fue lo que paso con Frank.
Veras, con el pasó del semestre, el carácter malcriado de Máximo fue dominando la pasividad de Frank  con pequeños detalles al principio y grandes molestias al final. Comenzó con los rides, y luego a “Esperarlo” hasta que acabara sus trabajos. Después, Máximo le pedía que salieran a almorzar fuera de la escuela, de lo cual se derivó que ambos llegaran tarde a algunas clases y que los maestros se pusieran estrictos a tal punto de no dejarlos pasar. Una mañana en la que el día era bastante frío,  Máximo miro aprensivamente a Frank mientras soltaba inquisitivamente:
-Necesito ir a ver a una amiga.
Frank le miro inexpresivo  asimilando la información: Días antes le había dicho a Máximo del importantísimo examen al cual no podía faltar, pues representaba un gran porcentaje de su calificación final. No podía faltar. No Debía faltar.  Simplemente, esta vez le soltaría un gran No en la cara. Saboreando la palabra en su boca, miro directo a las pupilas negras de Máximo dijo lentamente:
-Te dije que hoy no podía. Mi examen…
-  Ya se lo de tu examen- Interrumpió groseramente Máximo, mientras le miraba haciendo expresiones completamente caprichosas,  peor no soltó ni una sola palabra más. A este nivel de la relación, el barómetro rabioso de Frank estaba peligrosamente alto y en un intento de defensa acabo diciendo:
-¿Y qué? ¿Quieres que te preste el carro o qué?
-Si.
Si, acertaste, el barómetro explotó con una mescla de estrés y furia. Afortunadamente, el espirito de Frank decidió que el examen inminente era mucho más importante que cualquier tontería, así que al final lanzo las llaves por la mesa y se entregó al estudio  de sus apuntes  después de lanzar una mirada  moribunda  hacia Máximo, quien ya había desaparecido con las llaves tintineando en las manos.  Después de eso, el préstamo del carro se hizo más a menudo una costumbre semanal: ya no solo se disponía a despojarlo de su propiedad, sino que Máximo le se tomaba la libertad de  manejarlo a donde iban, relevando a Frank a ser el copiloto de su propio auto. Y si, si es que te ha pasado, también botaba a Frank cuando los planes se ponían más interesantes y este no podía o quería hacer lo que le mandaba.  Al final del semestre, Frank no solo había pasado a ser un sirviente útil y cercano de Máximo, sino que varios chicos que antes  eran sus amigos habían pasado a hacer personas que le pedían y le pedían favores.
Tal vez toda hubiera acabado con un final conformista donde Frank acepta su condición de asistente y se hubiera resignado, pero una tarde después de exámenes una chica perversa lo cambio todo. No pienso describirla ni mencionar su nombre, ya que  no es importante, más aun así, su única acción en este relato nos llevó a la parte final de la historia.
En un lugar al aire libre, mientras el  viento soplaba agradablemente, Frank descansaba finalmente después de un crudo semestre, mientras conversaba con la  inusual chica. Fueron solo unas palabras, pero cambiaron el mundo de Frank, las arrastró el viento por  entre las hojas de los árboles y las depositó delicadamente el pastó, junto a mis oídos:
“-… Es una teoría interesante, sobre todo porque no encaja nada y por eso encaja todo, ¿O qué piensas tú?
“-Me gusta. Yo sería un espíritu del caos sin duda alguna”.
“-! Vamos Frank, despierta, tu eres el esclavo de Máximo; si  duda alguna mientras tú seas su segundo al mando, siempre tendrás la pasividad del espíritu de la calma!”
Después, silencio. Dentro de Frank, la pequeña grieta que se abrió desde el primer mandato de Máximo, y que con le pasó del tiempo se había vuelto tan grande como su alma misma se resquebrajó e hizo añicos totalmente, dejando que la furia dormida dentro de ella  se soltara por doquier. El gruñido mental que nació junto con la grieta había subido de tono con el paso de los meses y explotó al igual que la furia no como un gruñido, si no como un grito gutural y desquiciado que expresaba todo lo que Frank estaba sintiendo: Furia, impotencia, malestar, coraje, fuego, maldad… etc.  Y aunque en el exterior nada cambio, en el interior la lucha por someter todos estos pensamientos perversos ya se había librado, dejando que toda la pasividad de Frank sucumbiera ante  los siniestros deseos de venganza que  empezaban a carcomer, mutar y adaptar al nuevo Frank, un Frank que sin duda alguna era un espíritu pervertido por el caos.
Su mente poseída por la ira se concentró en la tarde siguiente y sin mucho esfuerzo creo, dirigió y completo un plan perfecto para eliminar todo rastro de la pasividad, empezando por el sometedor que  había causado tanto daño a su ser: Máximo.
La tarde siguiente, sin que nadie sospechara nada, Máximo sería sometido por la ira de Frank.
Frank llamó a Máximo  por aquello de las tres la tarde, invitándolo a la fiesta de su vida, un anzuelo que no fallaría en ninguno de los casos. Con anticipación, ya había buscado una habitación perdida de la civilización y robado el arma de su tío mientras este dormía. Puntualmente pasó por Máximo a las 5 de la tarde y lo llevo cerca de su fatal destino.
-Hey,- Exclamo Máximo al darse cuenta que el camino se alargaba y se alargaba- yo creo  que nos perdimos, date la vuelta para ver donde  es la fiesta.
Frank lo miro con una sonrisa en los labios y le golpeó fuertemente la cabeza dejándolo inconsciente con la cabeza reclinada hacia atrás, mientras de sus labios decididos salían las palabras divertidas y juguetonas:
-No, idiota.
Al despertar, Máximo estaba en un lugar oscuro y nauseabundo, con las manos atadas como si hiciera una plegaria y descansando sobre un horrible piso de cemento húmedo. Al primer gemido que soltó alguien lo apaciguó con un “Shhhh” mientras lo ponía de rodillas  en medio de la habitación. Cuando Se negó a quedarse quieto le propinaron otro golpe en la sien, que no le desmayo, pero le hizo soltar lágrimas de dolor.
-Siempre fui muy pasivo, y mis compañeros de clase abusaban de mi pasividad. Algunas veces me golpearon o insultaron, su comida caía sobre mi cada vez que me descuidaba y uno hasta me lazó lodo en el rostro y me hundió la cabeza en  agua para “limpiármelo”. Mi madre nunca se interesó y mi padre me gritaba que me hiciera hombre y les pegara también. Eso ayudara, me decía, a que te hagas un machito de verdad. Cuando mande a mi abusador al hospital inconsciente y en un estado grave de salud, me recluyeron en un ala siquiátrica y  me trataron como agresivo-progresivo. Me medicaron y después de varios meses, consiguieron someter mi agresividad espontánea. Se dieron palmaditas en la espalda, se dijeron “bien hecho” y  me  dejaron seguir viviendo, asegurando que nunca más sería una Bestia a quien temer. Domaron mi espíritu y lo seputaron con cemento y yeso y nunca volvió a salir… Hasta hoy.
Un nuevo golpe alcanzó la cara de  Máximo y a una pistola se le quitó un seguro con un sonoro “Click”.
-… ¿Sabes cómo me decían de joven?...Frank la ballena…
Y apuntaba su revolver a la sien de Máximo, en una habitación con olores rancios de alcantarilla, donde se filtraba un haz de luz  miserable que solo destacaba la silueta de los dos chicos empapados en sudor gracias al caluroso ambiente de la habitación. Una gota de sudor le resbala por la frente a Frank, un chico grande y fornido, con cabellos negros y cortos al estilo militar y una fuerza de los mil demonios en las manos. Máximo cerraba los ojos con fuerza mientras su respiración, siempre cálida y paciente, se aceleraba hasta convertirse en un jadeo. Frank apretó un poco el gatillo y después…
-¿Sabes cómo te diré a ti?
Máximo  sentía el  final aproximándose con pasó fúnebre y se daba cuenta que nadie podría salvarlo. Su cobardía se hizo presente  mientras de sus labios sin aliento se escuchaba un cuchicheó uniforme y rápido, una última suplica que obro un poco de compasión dentro del alma malvada de Frank.
-Por favor, no… por favor… por favor no…. No…
Frank  sacudió la cabeza y aflojo el arma al escuchar las primeras palabras amables dichas por Máximo hacia él. El “Por favor” le había conmovido bastante y a punto estuvo de soltarlo cuando escuchó  que Máximo decía  demandantemente:
-No lo hagas.
Entonces sus labios se curvaron en una sonrisa  siniestra y las manos volvieron a apretar con determinación el arma. Antes de oprimir con firmeza el gatillo y mirar a los ojos a Máximo, Frank La Ballena le susurro despacio a Máximo, su amigo y compañero, su abusador e interesado, su presa y trofeo:
-Te llamaré Máximo El desgraciado…


 





2 comentarios:

  1. Wooooow, me encantó... jeje lo mas gacho es que mas real que mujer casos de la vida real, hay miles de niños que son víctimas de los bullies lo cual maraca para siempre su vida, algún como desesperación y venganza hacen lo que Frank... Resultado de años de estar aguantando reproches y órdenes injustificadas... EXCELENTE RELATO :D

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