¡Hey!
El relato de este mes tiene una dedicatoria especial para los que inspiraron esto:
Pepe, Brandit y Frank Orozco (Que no es el personaje principal de el relato, he). Pepe brindo la idea con una sola frase, Brandit me ayudo en la redaccion, conclusion y final y Frank.. bueno, estaba ahi cuando empece y me animo a seguir con esta historia.
Dicen que los niños son crueles. Dicen que las personas no son dementes por naturaleza y se les puede "Curar". Pero siempre existe la posibilidad de una recaída, algo que nos haga volver a nuestra enfermedad, hacía aquella peligrosa reincidencia. Y tambien hay un factor, no lo olviden, que actua como detonante y acelera nuestra desgracia. Si la ira es una enfermedad, ¿Cuantos de nosotros somos esclavos de ella?
Frank La Ballena
He, espérame! ¡FRANK!
Lo último casi le sonó a una orden más que a una petición, pero lo paso por alto cuando vio quien le gritaba. Esperó que Máximo lo alcanzara.
-Debiste haberme esperado.- Otra vez un tono que parecía orden- ¿Dónde vives?
-Al sur- pasaban muchas chicas a su alrededor y nadie parecía tenerlos en cuanta-¿Por qué?
-¿Me das un ride?
Apenas se conocían y ya le había pedido un ride. Se lo pensó durante unos 5 segundos y después acepto. ¿Qué podía perder? Solo le daría un ride y ya. Además, apartando toda su estupidez, le caía bien.
-Está bien. Vámonos.
-Espera, déjame llamarle a mi papa para que no venga.
Hubo un crujido lento y suave dentro de la cabeza de Frank seguido de una respiración agitada que solo sonó en su cabeza. No, es un gruñido mental, razonó. Realmente era algo nuevo para él. Una señal de molestia en su metódica, aburrida, rítmica y nada emocionante vida. Disfruto de ese nuevo y exuberante sentimiento en su cabeza, sin saber cómo definirlo; si odio, rencor o molestia. Tan entretenido estaba en eso que Máximo tuvo que darle una palmada en el brazo para sacarlo de su ensismamiento. Había acabado de hablar con su padre, el cual se molestó al ser cancelado de último momento. “Como si fuera tu chofer” dijo y le colgó.
-¿En que piensas?
-En nada- Le respondió- Vamos al carro, ya no quiero estar aquí.
-Ni yo amigo, ni yo…
El camino a casa fue inusual; platicaron de sus días buenos, sus amigos, familia, música, vicios, de todo, así que se dieron cuenta que simpatizaban en muchos aspectos y que los dos eran foráneos en ese lugar. Cuando llegaron a la casa de Máximo, se rieron de un chiste machista (Nada gracioso para mi gusto) y se dijeron hasta mañana sin mucho entusiasmo.
Y así pasaron muchos días, más o menos con la misma rutina: se veían en las mañanas, en las clases que tenían juntos se hacían compañía, salían de inglés y regresaban juntos a casa. Se iban de fiesta juntos ocasionalmente y bebían hasta estar ebrios. Casi siempre discutían y al final Máximo imponía su manera de pensar sobre la de Frank. Los chicos de la escuela se acostumbraron a verlos juntos y Frank atrajo, con si misteriosa personalidad, a muchos amigos dentro del instituto, varios de ellos muy interesantes. No sabría decirte cual fue la verdadera virtud que Frank emanaba de su esencia, ni si era un persona cálida y callada o simplemente le gustaba pasar tiempo en silencio, pero lo cierto es que atraía a las personas sin esforzarse o planearlo, se podría decir que era una atracción natural que denotaba su presencia. Si alguna vez llegarás a escuchar la teoría de los espíritus del caos y calma definirías perfectamente a uno y otro hasta este punto del relato; sin embargo en la teoría no se aprecian los cambios que pueden surgir en un espíritu de calma no definido o combinado cuando un espíritu del caos se apodera de él. Y eso fue lo que paso con Frank.
Veras, con el pasó del semestre, el carácter malcriado de Máximo fue dominando la pasividad de Frank con pequeños detalles al principio y grandes molestias al final. Comenzó con los rides, y luego a “Esperarlo” hasta que acabara sus trabajos. Después, Máximo le pedía que salieran a almorzar fuera de la escuela, de lo cual se derivó que ambos llegaran tarde a algunas clases y que los maestros se pusieran estrictos a tal punto de no dejarlos pasar. Una mañana en la que el día era bastante frío, Máximo miro aprensivamente a Frank mientras soltaba inquisitivamente:
-Necesito ir a ver a una amiga.
Frank le miro inexpresivo asimilando la información: Días antes le había dicho a Máximo del importantísimo examen al cual no podía faltar, pues representaba un gran porcentaje de su calificación final. No podía faltar. No Debía faltar. Simplemente, esta vez le soltaría un gran No en la cara. Saboreando la palabra en su boca, miro directo a las pupilas negras de Máximo dijo lentamente:
-Te dije que hoy no podía. Mi examen…
- Ya se lo de tu examen- Interrumpió groseramente Máximo, mientras le miraba haciendo expresiones completamente caprichosas, peor no soltó ni una sola palabra más. A este nivel de la relación, el barómetro rabioso de Frank estaba peligrosamente alto y en un intento de defensa acabo diciendo:
-¿Y qué? ¿Quieres que te preste el carro o qué?
-Si.
Si, acertaste, el barómetro explotó con una mescla de estrés y furia. Afortunadamente, el espirito de Frank decidió que el examen inminente era mucho más importante que cualquier tontería, así que al final lanzo las llaves por la mesa y se entregó al estudio de sus apuntes después de lanzar una mirada moribunda hacia Máximo, quien ya había desaparecido con las llaves tintineando en las manos. Después de eso, el préstamo del carro se hizo más a menudo una costumbre semanal: ya no solo se disponía a despojarlo de su propiedad, sino que Máximo le se tomaba la libertad de manejarlo a donde iban, relevando a Frank a ser el copiloto de su propio auto. Y si, si es que te ha pasado, también botaba a Frank cuando los planes se ponían más interesantes y este no podía o quería hacer lo que le mandaba. Al final del semestre, Frank no solo había pasado a ser un sirviente útil y cercano de Máximo, sino que varios chicos que antes eran sus amigos habían pasado a hacer personas que le pedían y le pedían favores.
Tal vez toda hubiera acabado con un final conformista donde Frank acepta su condición de asistente y se hubiera resignado, pero una tarde después de exámenes una chica perversa lo cambio todo. No pienso describirla ni mencionar su nombre, ya que no es importante, más aun así, su única acción en este relato nos llevó a la parte final de la historia.
En un lugar al aire libre, mientras el viento soplaba agradablemente, Frank descansaba finalmente después de un crudo semestre, mientras conversaba con la inusual chica. Fueron solo unas palabras, pero cambiaron el mundo de Frank, las arrastró el viento por entre las hojas de los árboles y las depositó delicadamente el pastó, junto a mis oídos:
“-… Es una teoría interesante, sobre todo porque no encaja nada y por eso encaja todo, ¿O qué piensas tú?
“-Me gusta. Yo sería un espíritu del caos sin duda alguna”.
“-! Vamos Frank, despierta, tu eres el esclavo de Máximo; si duda alguna mientras tú seas su segundo al mando, siempre tendrás la pasividad del espíritu de la calma!”
Después, silencio. Dentro de Frank, la pequeña grieta que se abrió desde el primer mandato de Máximo, y que con le pasó del tiempo se había vuelto tan grande como su alma misma se resquebrajó e hizo añicos totalmente, dejando que la furia dormida dentro de ella se soltara por doquier. El gruñido mental que nació junto con la grieta había subido de tono con el paso de los meses y explotó al igual que la furia no como un gruñido, si no como un grito gutural y desquiciado que expresaba todo lo que Frank estaba sintiendo: Furia, impotencia, malestar, coraje, fuego, maldad… etc. Y aunque en el exterior nada cambio, en el interior la lucha por someter todos estos pensamientos perversos ya se había librado, dejando que toda la pasividad de Frank sucumbiera ante los siniestros deseos de venganza que empezaban a carcomer, mutar y adaptar al nuevo Frank, un Frank que sin duda alguna era un espíritu pervertido por el caos.
Su mente poseída por la ira se concentró en la tarde siguiente y sin mucho esfuerzo creo, dirigió y completo un plan perfecto para eliminar todo rastro de la pasividad, empezando por el sometedor que había causado tanto daño a su ser: Máximo.
La tarde siguiente, sin que nadie sospechara nada, Máximo sería sometido por la ira de Frank.
Frank llamó a Máximo por aquello de las tres la tarde, invitándolo a la fiesta de su vida, un anzuelo que no fallaría en ninguno de los casos. Con anticipación, ya había buscado una habitación perdida de la civilización y robado el arma de su tío mientras este dormía. Puntualmente pasó por Máximo a las 5 de la tarde y lo llevo cerca de su fatal destino.
-Hey,- Exclamo Máximo al darse cuenta que el camino se alargaba y se alargaba- yo creo que nos perdimos, date la vuelta para ver donde es la fiesta.
Frank lo miro con una sonrisa en los labios y le golpeó fuertemente la cabeza dejándolo inconsciente con la cabeza reclinada hacia atrás, mientras de sus labios decididos salían las palabras divertidas y juguetonas:
-No, idiota.
Al despertar, Máximo estaba en un lugar oscuro y nauseabundo, con las manos atadas como si hiciera una plegaria y descansando sobre un horrible piso de cemento húmedo. Al primer gemido que soltó alguien lo apaciguó con un “Shhhh” mientras lo ponía de rodillas en medio de la habitación. Cuando Se negó a quedarse quieto le propinaron otro golpe en la sien, que no le desmayo, pero le hizo soltar lágrimas de dolor.
-Siempre fui muy pasivo, y mis compañeros de clase abusaban de mi pasividad. Algunas veces me golpearon o insultaron, su comida caía sobre mi cada vez que me descuidaba y uno hasta me lazó lodo en el rostro y me hundió la cabeza en agua para “limpiármelo”. Mi madre nunca se interesó y mi padre me gritaba que me hiciera hombre y les pegara también. Eso ayudara, me decía, a que te hagas un machito de verdad. Cuando mande a mi abusador al hospital inconsciente y en un estado grave de salud, me recluyeron en un ala siquiátrica y me trataron como agresivo-progresivo. Me medicaron y después de varios meses, consiguieron someter mi agresividad espontánea. Se dieron palmaditas en la espalda, se dijeron “bien hecho” y me dejaron seguir viviendo, asegurando que nunca más sería una Bestia a quien temer. Domaron mi espíritu y lo seputaron con cemento y yeso y nunca volvió a salir… Hasta hoy.
Un nuevo golpe alcanzó la cara de Máximo y a una pistola se le quitó un seguro con un sonoro “Click”.
-¿Sabes cómo te diré a ti?
Máximo sentía el final aproximándose con pasó fúnebre y se daba cuenta que nadie podría salvarlo. Su cobardía se hizo presente mientras de sus labios sin aliento se escuchaba un cuchicheó uniforme y rápido, una última suplica que obro un poco de compasión dentro del alma malvada de Frank.
-Por favor, no… por favor… por favor no…. No…
Frank sacudió la cabeza y aflojo el arma al escuchar las primeras palabras amables dichas por Máximo hacia él. El “Por favor” le había conmovido bastante y a punto estuvo de soltarlo cuando escuchó que Máximo decía demandantemente:
-No lo hagas.
Entonces sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra y las manos volvieron a apretar con determinación el arma. Antes de oprimir con firmeza el gatillo y mirar a los ojos a Máximo, Frank La Ballena le susurro despacio a Máximo, su amigo y compañero, su abusador e interesado, su presa y trofeo:
-Te llamaré Máximo El desgraciado…
hOoLA te keDooU geniiaL!!!
ResponderEliminarWooooow, me encantó... jeje lo mas gacho es que mas real que mujer casos de la vida real, hay miles de niños que son víctimas de los bullies lo cual maraca para siempre su vida, algún como desesperación y venganza hacen lo que Frank... Resultado de años de estar aguantando reproches y órdenes injustificadas... EXCELENTE RELATO :D
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