El Hombre de las sombras Capitulo 1
¿Hola chicos, cómo están?
Ya lo sé.... abandone el blog por mucho tiempo (mas de 6 meses creo). ¿Paso algo grave que me impidiera escribir? Si y no. Si, me bloquee un poco y deje de escribir por un tiempo, mas que nada porque todo lo que escribía sonaba igual; y no porque podía escribir y aun así no escribía.
Como sea, quiero enmendar mi ausencia; se preguntarán
¿Pedirás disculpas (como siempre) y nos darás una historia grande y deliciosa? Nop.
¿Nos mandaras regalos por todo el tiempo que no estuviste? Nop
¿Nos pagaras por leer tu blog? Hummmm eso podría funcionar.... en el futuro :p
¿Entonces, qué?
Pues (¡¡¡redobles de tambor por favor!!!) Lo que haré será ...... ¡Hacer el blog semanal!
Ya lo sé chicos, no es la gran cosa, pero el hecho es que los extraño y si me obligo a hacer esto semanalmente, los tendré mas cerca de mi ( golpeen me por cursi por favor)
Si les parece mi idea, pues seguiremos así y si no... Pueden venir una vez al mes y fingir que leen 4 historias como si fuera una :D
Esta semana tenemos el primer capitulo de la historia "El hombre de la sombras". Si tenemos suerte en un futuro podrán relacionar todos los cabos y sentirse felices. :D Pero de momento shhhhhh, Disfruten la historia, y es un honor estar de vuelta con ustedes :D gracias por leer!
Vistazo entre las sombras.
…Y de nuevo, otra noche más, me
la pasé soñando con él. No es que sea el mismo sueño recurrente que te puede a
llegar a aburrir. Es más que eso; una noche está a mi lado a todo momento y a
toda hora, la otra me saluda ocasionalmente
y me desea suerte en un examen difícil. En otras, solo pasa por ahí, aunque
fugazmente. Como sea, no es un hecho desagradable, es más bien una buena razón
para irse a la cama. Claro que no le he dicho a nadie el nombre de la persona
con la que sueño, más por seguridad que por otras razones. No, prefiero que el
nombre de él sea mi secreto, un agradable secreto…
-Señorita Carolina… ¿Está
poniéndome atención?
-Ehh… Sí, claro, por supuesto.
-Pues entonces- Gruñó mi
profesora de matemáticas arrugando su envejecido seño mientras me taladraba con
la mirada- Tendría usted la amabilidad de decirme que es una asíntota.
-La asíntota es una línea
imaginaria por donde nunca pasa la función pero está muy cerca; la asíntota de
dicha función será en la recta x=0. En
otras palabras, Una asíntota es una recta que jamás toca el eje de las x o de
las Y, por mucha que sea su longitud.
Claro que es una respuesta a
medias, y ni siquiera se puede asegurar que está bien, pero al menos había
respondido el cuestionamiento sin una sola señal de duda en mi voz. La Señorita Estrada, una vieja bruja que tenía
una maestría en matemáticas pero no sabía nada de enseñanza, me miró con una
sonrisa macabra en el rostro antes de darse la vuelta en un revoltijo de su
larga falda roja y planchada y volver al pizarrón. Oh no….
-Está usted castigada, señorita Carolina.
Como decía…
-¿Por qué?
-Después de clases, en este
salón. Traiga su calculadora, lo va a necesitar. Y ni una sola palabra
más. Como decía, Las asíntotas son
rectas a las cuales la función se va aproximando indefinidamente, cuando por lo
menos una de las variables (x o y) tienden al infinito. Tómenlo como nota, que
saldrá en su examen parcial.
Si claro, la bruja de norte me
castigo. Como siempre. La verdad estaba
harta de quedarme la mayor parte de mis días estudiando temas de matemáticas
que ya sabía solo porque la señora quería mostrar un poco más de su autoridad
en el salón de clases. Me había tomado
por sorpresa, como las ultimas 30 veces. Pero no me importaba, porque al final
de cada parcial, ella tenía que tragarse su orgullo y ponerme un glamoroso 100
en la boleta. Una vida simple en una escuela simple.
Una bola de papel amarillo cayó
sobre mi escritorio distrayéndome de mis pensamientos; lo tomé despistadamente
y esperé a que la maestra alejara su ponzoñosa mirada de mí para poder ver lo
que decía.
“¿En que estabas
pensando? ¡Hoy habías quedado de salir
con Isaac!”
Una nota de Sarai, como siempre, recordándome que
mi comportamiento no resultaba nada benéfico para nuestro estatus social en la
preparatoria. Sarai y yo éramos amigas
desde la secundaría por culpa los prefectos que insistían en que nos quedáramos
castigadas después de clases, justo como la Señorita Estrada; claro que es
culpa de los prefectos y si lo niegan son unos ilusos: ¿Salón de castigos? ¿En
serio? Llámenme loca, pero si tienen un montoncillo de alumnos desobedientes
que al final del día están castigados por tonterías de disciplina ¿Es lo más
prudente juntarlos a todos en un salón y dejar que compartan sus conocimientos
sobre la destrucción?
Tome una pluma roja y empecé a rayar la pequeña hoja
con patrones circulares, pensando en una buena respuesta para no tener que
recibir más recados. Isaac no era nada desagradable en sí. Era atlético,
inteligente y divertido, un gran promedio y fanático de las bromas, que gustaba
de invitar a salir a las chicas y llevarlas al cine, donde solían ver comedias
románticas y dejarlas en su casa 15 minutos antes del toque de queda, lo cual
es genial, porque todas las chicas quieren un chico así. Y eso era exactamente
el problema: Yo no quería un chico así, como todas las chicas lo querían.
Incluso ir al cine se me hacía algo tan impersonal y vacío cuando de una cita
se trataba: Para mí una cita era hacer algo divertido, algo donde las mentes
y/o los cuerpos siempre estén activos y se tenga que analizar antes de tomar la decisión de actuar, siempre
pensando en los pequeños riesgos que conlleve
la misma. Así que, ¿Qué podía hacer una chica como yo con un tipo como Isaac?
“No creo que Isaac se moleste porque no vaya al cine con él; de todos
modos no tengo ni dinero ni ganas… Se encontrara otra cita, ¡NTP! ;D!”
Aventé el papel lejos de mí y me
puse a mirar por la ventana esperando que los minutos pasaran de la manera más
rápida posible, pero al parecer el tiempo es un maldito moribundo con ganas de
seguir vivo cuando se lo propone, porque la clase se tornaba eterna; decidí
emplear todo el tiempo que tenía en perderme en la ventana a mi lado que daba
directo al jardín donde el jardinero sombrío (llamado así por su aspecto de
sepulturero y su cabeza poblada de canas secas y quebradizas) se dedicaba a
regar los arboles con la esperanza de
que revivieran y dieran frutos, cosa que difícilmente sucedería, ya que todo en
la preparatoria (Arboles, salones, maestros e incluso yo) estaba muerto o por
morir. El jardín detrás de los salones era uno de los sitios más deprimentes
del mundo y tenía una potente atracción para mí: Un lugar donde la tierra
pálida cubría todo, donde a los árboles, en otros tiempos verdes y hermosos,
les habían chupado la vida años de malos cuidados y carencias de agua, un lugar
donde las sombras eran frías y la oscuridad te hacia alucinar (o no)
movimientos o personas inexistentes. Después de algunos minutos, el jardinero recogió
la larga manguera con la que regaba y se retiró a dormir entre las matas de la
cancha de basquetbol. Qué envidia, hasta
el jardinero sombrío podía escapar del tedio y el cansancio por un rato.
Aletargada por la voz tediosa de la Señorita Estrada, combinado por un caluroso
salón-sauna a la 2:40 de la tarde, me
perdí en la sucia ventana que daba al jardín de la muerte.
A veces deseaba ser un árbol, aunque fuera ese
árbol gris y seco, meciendo mis ramas muertas al compás de las leves y cálidas
ondas del aire, muriendo lentamente, viendo como la eternidad pasaba de mi
existencia… De repente algo llamó mi atención: allá, entre las sombras oscuras
de los árboles, donde la luz perdía toda su fuerza y el suelo estaba lleno de cenizas,
un leve movimiento surgió de la
nada. Hubiera sido imperceptible a no
ser por la estela de leves motas de polvo que dejo tras de sí. Había algo entre
la sombras… o alguien, de eso no cabía duda. Mis ojos estaban algo dilatados
por la poca luz, así que traté de forzarlos un poco más, provocando un leve
escozor en ellos. Si, definitivamente había alguien ahí, podía distinguirlo,
parado, sin moverse, invisible entre las
sombras y parecía… parecía estar mirándome. Fue entonces cuando sucedió: La figura
se inclinó suavemente hacia delante y
asintió con un leve movimiento de cabeza, a modo de saludo; estoy segura
que fue en ese momento en que note que llevaba un sombrero antiguo, tipo
gánster, negro al igual que él, y un traje negro que le hacía lucir
elegantemente misterioso. Las pocas hojas secas de los árboles se suspendieron
en su caída y el viento paró repentinamente; todo el salón fue silenciado por
un mudo estupor y los colores palidecieron rápidamente hasta quedar reducidos a
blanco y negro. Y luego, la figura levantó la cabeza hacia mí (Directo hacia
mí) y clavo sus ojos invisibles en los míos. Un frio de muerte se apodero de mi
ser y deje de respirar por largos momentos. Él (eso) no tenía ojos, no ojos
humanos. A la altura del puente de la nariz, y de una simetría perfecta, dos
puntos brillantes y rojos destellaban entre un mar de oscuridad; pude sentir
esos dos pequeños carbones fijos
escudriñando mi alma, mis secretos y mi locura, pude sentir como adivinaba todo lo que era yo
y lo que me había formado, y tuve la
certeza de que me evaluaba cuidadosamente, leyendo mi historia en cuestión de
segundos. Él me estudió por un tiempo indefinido, con esa fijeza que solo puede
provenir de lo sobrenatural. Cuando creí que ya no podía más, él volvió a
asentir levemente y todo volvió a ser normal; las hojas, los sonidos, el
viento, el tiempo, todo volvió en sí, todo menos yo. Estaba en shock, totalmente atrapada en mi
mente, que era un montón de voces
preguntando ¿Qué fue eso?, ¿Por qué paso?, ¿Quién era él? y demás cosas
que no logró recordar ahora. Cerré los ojos por un segundo para poder despejar
mi mente, aclararme un poco, respirar, y cuando los volví a abrir ya no había
nadie ahí. No, articule sin aliento mientras la negación se
apoderaba de mí, causando estragos en la ya de por sí revuelta cabeza. Exhale lo más despacio que pude y cerré los
ojos con mucha fuerza. Me sentía mareada
y confundida, intranquila… Y más viva
que nunca.
-Señorita Carolina… ¿Está
prestando atención?
-¿Puedo ir al baño?
El hombre de las Sombras Cap. 1 |
0 comentarios:
Publicar un comentario