Relatos, historias y cuentos.

domingo, 11 de agosto de 2013

domingo, agosto 11, 2013 Posted by Anil , , , , , No comments



El Hombre de las sombras Capitulo 1


     ¿Hola chicos, cómo están?

 Ya lo sé.... abandone el blog por mucho tiempo (mas de 6 meses creo).  ¿Paso algo grave que me impidiera escribir? Si y no. Si, me bloquee un poco y deje de escribir por un tiempo, mas que nada porque todo lo que escribía sonaba igual; y no  porque podía escribir y aun así no escribía. 
   
   Como sea, quiero enmendar mi ausencia; se preguntarán 

¿Pedirás disculpas (como siempre) y nos darás una historia grande y deliciosa? Nop.
¿Nos mandaras regalos por todo el tiempo que no estuviste? Nop
¿Nos pagaras por leer tu blog? Hummmm eso podría funcionar.... en el futuro :p
¿Entonces, qué?

Pues (¡¡¡redobles de tambor por favor!!!) Lo que haré será ...... ¡Hacer el blog semanal!

Ya lo sé chicos, no es la gran cosa, pero el hecho es que los extraño y si me obligo a hacer esto semanalmente, los tendré mas cerca de mi ( golpeen me por cursi por favor)

Si les parece mi idea, pues seguiremos así y si no... Pueden venir una vez al mes y fingir que leen 4 historias como si fuera una :D 

Esta semana tenemos el primer capitulo de  la historia "El hombre de la sombras". Si tenemos suerte en un futuro podrán relacionar todos los cabos y sentirse felices. :D Pero de momento shhhhhh, Disfruten la historia, y es un honor estar de vuelta con ustedes :D gracias por leer!


Vistazo entre las sombras.

…Y de nuevo, otra noche más, me la pasé soñando con él. No es que sea el mismo sueño recurrente que te puede a llegar a aburrir. Es más que eso; una noche está a mi lado a todo momento y a toda hora, la otra  me saluda ocasionalmente y me desea suerte en un examen difícil. En otras, solo pasa por ahí, aunque fugazmente. Como sea, no es un hecho desagradable, es más bien una buena razón para irse a la cama. Claro que no le he dicho a nadie el nombre de la persona con la que sueño, más por seguridad que por otras razones. No, prefiero que el nombre de él sea mi secreto, un agradable secreto…
-Señorita Carolina… ¿Está poniéndome atención?
-Ehh… Sí, claro, por supuesto.
-Pues entonces- Gruñó mi profesora de matemáticas arrugando su envejecido seño mientras me taladraba con la mirada- Tendría usted la amabilidad de decirme que es una asíntota.
-La asíntota es una línea imaginaria por donde nunca pasa la función pero está muy cerca; la asíntota de dicha función será en la recta x=0.  En otras palabras, Una asíntota es una recta que jamás toca el eje de las x o de las Y, por mucha que sea su longitud.
Claro que es una respuesta a medias, y ni siquiera se puede asegurar que está bien, pero al menos había respondido el cuestionamiento sin una sola señal de duda en mi voz.  La Señorita Estrada, una vieja bruja que tenía una maestría en matemáticas pero no sabía nada de enseñanza, me miró con una sonrisa macabra en el rostro antes de darse la vuelta en un revoltijo de su larga falda roja y  planchada y  volver al pizarrón. Oh no….
-Está usted castigada, señorita Carolina. Como decía…
-¿Por qué?
-Después de clases, en este salón. Traiga su calculadora, lo va a necesitar. Y ni una sola palabra más.  Como decía, Las asíntotas son rectas a las cuales la función se va aproximando indefinidamente, cuando por lo menos una de las variables (x o y) tienden al infinito. Tómenlo como nota, que saldrá en su examen parcial.
Si claro, la bruja de norte me castigo. Como siempre.  La verdad estaba harta de quedarme la mayor parte de mis días estudiando temas de matemáticas que ya sabía solo porque la señora quería mostrar un poco más de su autoridad en el salón de clases.  Me había tomado por sorpresa, como las ultimas 30 veces. Pero no me importaba, porque al final de cada parcial, ella tenía que tragarse su orgullo y ponerme un glamoroso 100 en la boleta. Una vida simple en una escuela simple.
Una bola de papel amarillo cayó sobre mi escritorio distrayéndome de mis pensamientos; lo tomé despistadamente y esperé a que la maestra alejara su ponzoñosa mirada de mí para poder ver lo que decía.
                “¿En que estabas pensando? ¡Hoy  habías quedado de salir con Isaac!”
Una  nota de Sarai, como siempre, recordándome que mi comportamiento no resultaba nada benéfico para nuestro estatus social en la preparatoria.  Sarai y yo éramos amigas desde la secundaría por culpa los prefectos que insistían en que nos quedáramos castigadas después de clases, justo como la Señorita Estrada; claro que es culpa de los prefectos y si lo niegan son unos ilusos: ¿Salón de castigos? ¿En serio? Llámenme loca, pero si tienen un montoncillo de alumnos desobedientes que al final del día están castigados por tonterías de disciplina ¿Es lo más prudente juntarlos a todos en un salón y dejar que compartan sus conocimientos sobre la destrucción?
Tome una  pluma roja y empecé a rayar la pequeña hoja con patrones circulares, pensando en una buena respuesta para no tener que recibir más recados. Isaac no era nada desagradable en sí. Era atlético, inteligente y divertido, un gran promedio y fanático de las bromas, que gustaba de invitar a salir a las chicas y llevarlas al cine, donde solían ver comedias románticas y dejarlas en su casa 15 minutos antes del toque de queda, lo cual es genial, porque todas las chicas quieren un chico así. Y eso era exactamente el problema: Yo no quería un chico así, como todas las chicas lo querían. Incluso ir al cine se me hacía algo tan impersonal y vacío cuando de una cita se trataba: Para mí una cita era hacer algo divertido, algo donde las mentes y/o los cuerpos siempre estén activos y se tenga que analizar  antes de tomar la decisión de actuar, siempre pensando en los  pequeños riesgos que conlleve la misma. Así que, ¿Qué podía hacer una chica como yo con un tipo como Isaac?
“No creo que Isaac se moleste porque no vaya al cine con él; de todos modos no tengo ni dinero ni ganas… Se encontrara otra cita, ¡NTP! ;D!”
Aventé el papel lejos de mí y me puse a mirar por la ventana esperando que los minutos pasaran de la manera más rápida posible, pero al parecer el tiempo es un maldito moribundo con ganas de seguir vivo cuando se lo propone, porque la clase se tornaba eterna; decidí emplear todo el tiempo que tenía en perderme en la ventana a mi lado que daba directo al jardín donde el jardinero sombrío (llamado así por su aspecto de sepulturero y su cabeza poblada de canas secas y quebradizas) se dedicaba a regar los arboles  con la esperanza de que revivieran y dieran frutos, cosa que difícilmente sucedería, ya que todo en la preparatoria (Arboles, salones, maestros e incluso yo) estaba muerto o por morir. El jardín detrás de los salones era uno de los sitios más deprimentes del mundo y tenía una potente atracción para mí: Un lugar donde la tierra pálida cubría todo, donde a los árboles, en otros tiempos verdes y hermosos, les habían chupado la vida años de malos cuidados y carencias de agua, un lugar donde las sombras eran frías y la oscuridad te hacia alucinar (o no) movimientos o personas inexistentes. Después de algunos minutos, el jardinero recogió la larga manguera con la que regaba y se retiró a dormir entre las matas de la cancha de basquetbol.  Qué envidia, hasta el jardinero sombrío podía escapar del tedio y el cansancio por un rato. Aletargada por la voz tediosa de la Señorita Estrada, combinado por un caluroso salón-sauna a la 2:40 de la tarde,  me perdí en la sucia ventana que daba al jardín de la muerte.
 A veces deseaba ser un árbol, aunque fuera ese árbol gris y seco, meciendo mis ramas muertas al compás de las leves y cálidas ondas del aire, muriendo lentamente, viendo como la eternidad pasaba de mi existencia… De repente algo llamó mi atención: allá, entre las sombras oscuras de los árboles, donde la luz perdía toda su fuerza y el suelo estaba lleno de cenizas, un leve  movimiento surgió de la nada.  Hubiera sido imperceptible a no ser por la estela de leves motas de polvo que dejo tras de sí. Había algo entre la sombras… o alguien, de eso no cabía duda. Mis ojos estaban algo dilatados por la poca luz, así que traté de forzarlos un poco más, provocando un leve escozor en ellos. Si, definitivamente había alguien ahí, podía distinguirlo, parado, sin moverse,  invisible entre las sombras y parecía… parecía estar mirándome. Fue entonces cuando sucedió: La figura se inclinó suavemente hacia delante y  asintió con un leve movimiento de cabeza, a modo de saludo; estoy segura que fue en ese momento en que note que llevaba un sombrero antiguo, tipo gánster, negro al igual que él, y un traje negro que le hacía lucir elegantemente misterioso. Las pocas hojas secas de los árboles se suspendieron en su caída y el viento paró repentinamente; todo el salón fue silenciado por un mudo estupor y los colores palidecieron rápidamente hasta quedar reducidos a blanco y negro. Y luego, la figura levantó la cabeza hacia mí (Directo hacia mí) y clavo sus ojos invisibles en los míos. Un frio de muerte se apodero de mi ser y deje de respirar por largos momentos. Él (eso) no tenía ojos, no ojos humanos. A la altura del puente de la nariz, y de una simetría perfecta, dos puntos brillantes y rojos destellaban entre un mar de oscuridad;  pude sentir  esos dos pequeños carbones fijos  escudriñando mi alma, mis secretos y mi locura,  pude sentir como adivinaba todo lo que era yo y lo que me había formado,  y tuve la certeza de que me evaluaba cuidadosamente, leyendo mi historia en cuestión de segundos. Él me estudió por un tiempo indefinido, con esa fijeza que solo puede provenir de lo sobrenatural. Cuando creí que ya no podía más, él volvió a asentir levemente y todo volvió a ser normal; las hojas, los sonidos, el viento, el tiempo, todo volvió en sí, todo menos yo.  Estaba en shock, totalmente atrapada en mi mente, que era un montón de voces  preguntando ¿Qué fue eso?, ¿Por qué paso?, ¿Quién era él? y demás cosas que no logró recordar ahora. Cerré los ojos por un segundo para poder despejar mi mente, aclararme un poco, respirar, y cuando los volví a abrir ya no había nadie ahí.  No,  articule sin aliento mientras la negación se apoderaba de mí, causando estragos en la ya de por sí revuelta cabeza.  Exhale lo más despacio que pude y cerré los ojos con mucha fuerza.  Me sentía mareada y confundida,  intranquila… Y más viva que nunca.
-Señorita Carolina… ¿Está prestando atención?
-¿Puedo ir al baño?


El hombre de las Sombras Cap. 1

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