¡Feliz 2015! Espero se la pasen muy bien y sin dieta. Esta es la primer publicación mensual del 2015 espero que la disfruten, me tardo un poco con los capítulos de las series por que se me olvida a donde quiero llegar en el siguiente capitulo y debo leer toda la serie de nuevo, pero prometo echarle mas ganas.
DEDICATORIAS:
A los lectores del blog, siempre les dedico las entradas
A mis abuelos, que últimamente me llenan la cabeza de ideas
A mi familia, que son mas fuertes que Nemesis, Carolina y el diablo juntos.
EL HOMBRE DE LAS SOMBRAS
CAPITULO 4: RASTRO DE HUMO Y CENIZAS
Dentro de una gran montaña, escondido
en las entrañas más profundas, se encontraba un pozo hondo, tan hondo que los
pocos ignorantes que lo llegaba a ver pensaban que se podría llegar a China por
medio de ese pozo. Ese pozo es en realidad una boca del infierno. Nunca lo
vayas a confundir, lector, pues a pesar de
lucir como un común y corriente pozo de mala muerte, lo puedes
diferenciar fácilmente: En lugar de agua, el pozo tiene fuego, rojo, brillante y
ardiente.
Llámame Carolina. Yo no era nadie
importante hasta que él me llamo. Dijo “pocas personas le ofrecen agua al
demonio”. Y yo digo que pocas personas son lo suficientemente estúpidas para
ser amables con todos.
Había pasado una semana después de
que él estuviera en mi casa, incendiando cosas y desapareciendo de la nada. Yo
no tenía ni un minuto de descanso. Veía sombras sonrientes bailar a mí
alrededor, escuchaba susurros en medio del silencio y mi vida escolar se basaba
en sobresaltos y castigos de la Bruja Estrada. Pero eran las noches las que más
me molestaban y no porque tuviera alucinaciones y desgastes… Sorprendentemente
eran silenciosas y tranquilas, tanto que me hacían recordar los panteones y su
serenidad. ¿Saben que es lo peor de estar en silencio total en medio de la
noche? Que tu cabeza, tu cerebro, no puede evitar pensar en lo que has hecho
mal, una y otra vez, siendo el peor castigo este, el que tú mismo te otorgas. Y
yo, sin mentirles, soy la persona más masoquista del mundo. En fin, resumiendo,
la semana más asquerosa de mi vida estaba por terminar conmigo y se estaba
notando.
-¿Estás bien? Tienes ojeras hasta
por las rodillas….
Saraí estaba preocupada por mi… Estábamos
en el segundo receso y yo miraba de un lado a otro, buscando en todos lados al
que no estaba en ninguno. – Francamente
pareces loca, chica.
Supongo que lo estaba, loca y hambrienta.
Esa era Carolina 5 kilos menos. ¿ Pero
como decirle que antes de que ella llegara había una sombra mirándome directamente
a los ojos sin que sonara a “Veo gente muerta”?
-Es la presión de los exámenes… Estaré
mejor mañana.
-Isaac sigue interesado en ti,
¿Sabes?
En ese momento, una leve brisa
meció las hojas del árbol al que veía,
trayendo con ello un ligero olor a humo.
-Yo… -Estaba distraída y
paranoica de nuevo, pensando en que decir y, en un segundo plano, a donde huir-
Yo no quisiera que él pensara mal de mí pero no quiero…
-¿Carolina? ¿Podemos hablar?
David estaba justo frente a mí,
con su cara de niño malo haciendo pucheros. El corazón me latió tan fuerte que recordé
que no solo se le debe temer a la oscuridad. Saraí estaba más desconcertada que
yo, pues David estaba rompiendo todas sus normas sociales.
-¿Y tú de que quieres hablar con ella?- ¿Acaso fue
rencor lo que había oído?
-Muñeca, si yo tengo que hablar
con el Rey de Mónaco, o con el vagabundo de la esquina, es mi problema y el de
ellos. ¿Te molesto?
Sabía que no tenía derecho a
disfrutarlo, pero eso fue un bofetón verbal del que cualquier chica mala se
hubiera enamorado. La cara de Saraí fue increíble y se levantó tan ofendida que
olvido completamente regañarme por huir del chico soñado.
Si hubiera sabido que era la última
regla social que discutiría con ella, hubiera puesto todo mi empeño en seguirla…
o tal vez no hubiera hecho nada. Cuando
ella nos dejó, David me tomo por el brazo y me llevo rápidamente a un lugar más
apartado, perdido entre las esquinas estrechas de algunos salones. Después,
tras asegurarse que nadie nos veía, me miro y sonrió.
-Parece que te has muerto y
llevas 3 días en una tumba. ¿Dónde te habías metido?
Ni siquiera pensé cuando dije:
-En el infierno.
Y ahí estaba otra vez el olor a
humo, como si alguien fumara un cigarro a nuestro alrededor. Y había silencio,
mucho silencio, como el que me atacaba por las noches. Mi cerebro empezó a
despertar cuando él se acercó sensualmente a mí mientras a me acorralaba en una
esquina. Tenía el cerebro dividido, una parte alerta a cualquier sonido, movimiento, olor o forma extraña,
mientras que la otra disfrutaba del espectáculo de David tratando de besarme.
Lo hizo; mientras mi paranoia se desvanecía
el me abrazaba entre sus brazos, nos respirábamos
el uno al otro y nos fundíamos en una
fiero combate. Olvide como me llamaba y hasta que el Diablo me quería en el
infierno; estaba en el limbo, fuera de infierno, cerca del cielo y con el pecho
a punto de reventar. Dándonos un respiro el cual aproveche para besar su cuello
recordando lo mucho que le gustaba.
-Ya lo necesitaba…
Crack crak… Mi cerebro se unió,
no porque el olor a humo casi me ahogaba, sino porque sus palabras me
ofendieron completamente. ¿Qué necesitaba exactamente? ¿Un beso? ¿Lo que hacíamos?
¿El juego sucio? Me estaba empezando a encabronar de una manera realmente mala…
-Ohh… ¿Te gusta que te bese aquí?
– Le dije con una voz ronroneante recorriendo su cuello con los labios, haciéndole
estremecer de placer; mi enojo iba subiendo como la espuma, calentando el ambiente. Él ni se molestó en
contestar, solo me tomo con más fuerza por
la cintura.
-Y si te beso acá….- Le mordí
despacio el lóbulo de la oreja, arrancando un sonoro suspiro. Yo está ardiendo
de coraje, de ira, quería venganza, ¿Quién se creía él para venir ante mí, para
usarme a su conveniencia, para no sentir nada por mí? Le tome el cabello muy fuerte mente y lo mire directamente a los
ojos. Su garganta estaba a mi disposición, y si yo quería podía morderlo salvajemente
hasta que gritara de dolor… Me sentí poderosa como nunca en mi vida, podía
tomar lo que quisiera cuando quisiera como quisiera. Un ardor impresionante me recorría
el cuerpo de manera placentera… Mi boca sabía a cenizas cuando le pregunte:
-¿Me extrañaste?
Lo miraba fieramente, y atreves
de sus ojos veía a una chica increíblemente sensual, con el cabello largo y
negro rodeando su rostro, gris, marmolado, y unos ojos negros, profundos,
infinitos y hambrientos…
-Señorita Avila, deje a ese
muchacho por favor.
Había una mujer parada ante
nosotros, alta, delgada, elegante…David se separó rápidamente, pero yo me quede
donde estaba, desafiante. Llevaba un traje negro ceñido y el pelo suelto. No
recordaba que hubiera una nueva prefecta, pero no era como que hubiera estado
atenta la ultima semana.
-Tu, ve a tu salón.
David obedeció sin siquiera
parpadear. Lo observe irse corriendo y murmure amargamente para mis adentros “cobarde”.
Sin embargo no me moleste, lo atraparía, era mío y lo iba a reclamar.
-Déjate de tonterías, Carolina,
lo importante ahora es avanzar.
Casi di un salto hacia atrás cuando
vi que la mujer elegante delante de mí había cambiado: su pelo era de humo, al
igual que sus pies, y ya no vestía un traje formal, sino un vestido de noche,
escotado por la espalda y por el pecho. Era una mujer de Humo.
-Estoy impresionada. Yo cedí ante
Él al segundo día. Dicen allá abajo que tú
le ofreciste Agua; dicen que lo retaste y le gritaste. Y segundo cuentan las
malas lenguas, dicen que nadie nunca había desafiado tanto al diablo al no
cumplir el plazo con el que te amenazo. Me impresionas.
-¿Y tú quién eres?
Su olor a humo me llenaba tanto
los pulmones que casi tosí; aun me sentía poderosa, pero poco a poco me iba
calmando, y el pánico volvía hacía mí.
-Yo soy Nemesís.
-Me has estado siguiendo… - Eso
fue claro para mí, pues recordaba las sombras y el humo de los últimos días.
Incluso las voces que me atacaban mientras trataba de olvidarlo todo.
-¿Y tú que creías niña, que el
Señor de las sombras iba a seguirte todo el tiempo? Él tiene cosas más
importantes por hacer que perseguir niñas calenturientas como tú. Como sea. Has
demostrado que puedes aguantar. Y la verdad, después de ver lo que haces…
-¿Qué viste?
El pudor me golpeo de lleno en la
cara, porque recordaba ahora que me había sobrepasado con David, besándolo de
esa manera, metiéndome donde no debía. Némesis se deleitó con mi reacción
mientras sacaba un cigarro de quien sabe dónde y se ponía a fumar.
-Parecías una gatita….
Ronroneando y restregándote. Lo tenías donde querías. Te Gusto, ¿A que sí?
Mire hacia el suelo, apenada.
Quería huir pero no sabía hacia dónde. Intuía
que a partir de ahí, ella no me dejaría en paz nunca.
-Como sea, me gustó mucho lo que hacías.
Tienes talento muchacha. Úsalo. ¿Hasta cuándo te unirás a nosotros?
-Nunca- Le conteste, con la
compostura misma que con la que le ofrecí agua al diablo- Yo no soy un ser
miserable, no merezco el infierno y aunque lo mereciera, no iré ahí hasta que
me toque. Así que vete por favor. Y basta de hacerse los espías… De un modo u
otro- El poder volvió a mí de repente, alce mi rostro, me puse derecha y la
mire a la cara, escupiendo cada una de mis palabras- Los voy a superar.
Ella sonrió complacida, como si
esperara que yo la desafiara a ella también. Se dio la vuelta con gracia, tiró su cigarro, respiro hondo y me miro sobre su hombro de manera coqueta.
-No eres más que una escuincla
con aires de grandeza. Una persona y nada más.
De repente el aire de mis
pulmones fue remplazado por humo, humo gris que salía y entraba por mi boca, impidiéndome
respirar. Me lleve las manos al cuello, aspirando más humo.
-Escúchame bien, gatita. Tú no eres nadie, tu poder es insignificante
ante mi o ante él. No sé qué tienes de en la cabeza que no te da para entender
que tu plazo ya ha terminado. Se acabó.
Mis piernas temblaron y me deje
caer, aspirando polvo y tierra además del polvo. Se me nublaba la vista y las lágrimas
no paraban de rodar por mi rostro casi morado.
-Acabo el reto, ¡Felicidades! Resististe
una semana completita de paranoia y ataques. Superaste a los demás. Pero nena,
recuerda que somos los chicos malos, si no obtenemos lo que queremos por las
buenas, lo obtendremos por las malas.
Con esfuerzo me puse boca arriba
mirando el cielo ¿Iba yo a morir de esta manera? Si ya había pasado, porque me
mataban ahora? Ya no tenía fuerza para luchar, me sentía tan impotente.
-Solo haz funcionar a tu cabecita
estúpida, ¿Quieres? Piensa, gatita, piensa… si no te podemos acabar a ti, ¿A
quién podemos tomar para que cedas?
El Humo lleno todo y lo último
que pude pensar, por lo último que recuerdo haber termido, fue por mi madre.
0 comentarios:
Publicar un comentario