Relatos, historias y cuentos.

jueves, 8 de enero de 2015

El hombre de las Sombras 4: Rastro de Humo y ceniza

jueves, enero 08, 2015 Posted by Anil , , , , , No comments
Hola Chicos:

¡Feliz 2015! Espero se la pasen muy bien y sin dieta. Esta es la primer publicación mensual del 2015 espero que la disfruten, me tardo un poco con los capítulos de las series por que se me olvida a donde quiero llegar en el siguiente capitulo y debo leer toda la serie de nuevo, pero prometo echarle mas ganas.

DEDICATORIAS:
A los lectores del blog, siempre les dedico las entradas
A mis abuelos, que últimamente me llenan la cabeza de ideas
A mi familia, que son mas fuertes que Nemesis, Carolina y el diablo juntos.


EL HOMBRE DE LAS SOMBRAS
CAPITULO 4: RASTRO DE HUMO Y CENIZAS

Dentro de una gran montaña, escondido en las entrañas más profundas, se encontraba un pozo hondo, tan hondo que los pocos ignorantes que lo llegaba a ver pensaban que se podría llegar a China por medio de ese pozo. Ese pozo es en realidad una boca del infierno. Nunca lo vayas a confundir, lector, pues a pesar de  lucir como un común y corriente pozo de mala muerte, lo puedes diferenciar fácilmente: En lugar de agua, el pozo tiene fuego, rojo, brillante y ardiente.

Llámame Carolina. Yo no era nadie importante hasta que él me llamo. Dijo “pocas personas le ofrecen agua al demonio”. Y yo digo que pocas personas son lo suficientemente estúpidas para ser amables con todos.

Había pasado una semana después de que él estuviera en mi casa, incendiando cosas y desapareciendo de la nada. Yo no tenía ni un minuto de descanso. Veía sombras sonrientes bailar a mí alrededor, escuchaba susurros en medio del silencio y mi vida escolar se basaba en sobresaltos y castigos de la Bruja Estrada. Pero eran las noches las que más me molestaban y no porque tuviera alucinaciones y desgastes… Sorprendentemente eran silenciosas y tranquilas, tanto que me hacían recordar los panteones y su serenidad. ¿Saben que es lo peor de estar en silencio total en medio de la noche? Que tu cabeza, tu cerebro, no puede evitar pensar en lo que has hecho mal, una y otra vez, siendo el peor castigo este, el que tú mismo te otorgas. Y yo, sin mentirles, soy la persona más masoquista del mundo. En fin, resumiendo, la semana más asquerosa de mi vida estaba por terminar conmigo y se estaba notando.

-¿Estás bien? Tienes ojeras hasta por las rodillas….

Saraí estaba preocupada por mi… Estábamos en el segundo receso y yo miraba de un lado a otro, buscando en todos lados al que no estaba en ninguno.  – Francamente pareces loca, chica.

Supongo que lo estaba, loca y hambrienta.  Esa era Carolina 5 kilos menos. ¿ Pero como decirle que antes de que ella llegara había una sombra mirándome directamente a los ojos sin que sonara a “Veo gente muerta”?

-Es la presión de los exámenes… Estaré mejor mañana.

-Isaac sigue interesado en ti, ¿Sabes?

En ese momento, una leve brisa meció las hojas del árbol  al que veía, trayendo con ello un ligero olor a humo.
-Yo… -Estaba distraída y paranoica de nuevo, pensando en que decir y, en un segundo plano, a donde huir- Yo no quisiera que él pensara mal de mí pero no quiero…

-¿Carolina? ¿Podemos hablar?

David estaba justo frente a mí, con su cara de niño malo haciendo pucheros. El corazón me latió tan fuerte que recordé que no solo se le debe temer a la oscuridad. Saraí estaba más desconcertada que yo, pues David estaba rompiendo todas sus normas sociales.

-¿Y tú  de que quieres hablar con ella?- ¿Acaso fue rencor lo que había oído?

-Muñeca, si yo tengo que hablar con el Rey de Mónaco, o con el vagabundo de la esquina, es mi problema y el de ellos. ¿Te molesto?

Sabía que no tenía derecho a disfrutarlo, pero eso fue un bofetón verbal del que cualquier chica mala se hubiera enamorado. La cara de Saraí fue increíble y se levantó tan ofendida que olvido completamente regañarme por huir del chico soñado.

Si hubiera sabido que era la última regla social que discutiría con ella, hubiera puesto todo mi empeño en seguirla… o tal vez no hubiera hecho nada.  Cuando ella nos dejó, David me tomo por el brazo y me llevo rápidamente a un lugar más apartado, perdido entre las esquinas estrechas de algunos salones. Después, tras asegurarse que nadie nos veía, me miro y sonrió.

-Parece que te has muerto y llevas 3 días en una tumba. ¿Dónde te habías metido?

Ni siquiera pensé cuando dije:

-En el infierno.

Y ahí estaba otra vez el olor a humo, como si alguien fumara un cigarro a nuestro alrededor. Y había silencio, mucho silencio, como el que me atacaba por las noches. Mi cerebro empezó a despertar cuando él se acercó sensualmente a mí mientras a me acorralaba en una esquina. Tenía el cerebro dividido, una parte alerta a cualquier  sonido, movimiento, olor o forma extraña, mientras que la otra disfrutaba del espectáculo de David tratando de besarme.

Lo hizo; mientras mi paranoia se desvanecía el me abrazaba entre sus brazos,  nos respirábamos el uno al otro y  nos fundíamos en una fiero combate. Olvide como me llamaba y hasta que el Diablo me quería en el infierno; estaba en el limbo, fuera de infierno, cerca del cielo y con el pecho a punto de reventar. Dándonos un respiro el cual aproveche para besar su cuello recordando lo mucho que le gustaba.

-Ya lo necesitaba…

Crack crak… Mi cerebro se unió, no porque el olor a humo casi me ahogaba, sino porque sus palabras me ofendieron completamente. ¿Qué necesitaba exactamente? ¿Un beso? ¿Lo que hacíamos? ¿El juego sucio? Me estaba empezando a encabronar de una manera realmente mala…

-Ohh… ¿Te gusta que te bese aquí? – Le dije con una voz ronroneante recorriendo su cuello con los labios, haciéndole estremecer de placer; mi enojo iba subiendo como la espuma,  calentando el ambiente. Él ni se molestó en contestar, solo  me tomo con más fuerza por la cintura.

-Y si te beso acá….- Le mordí despacio el lóbulo de la oreja, arrancando un sonoro suspiro. Yo está ardiendo de coraje, de ira, quería venganza, ¿Quién se creía él para venir ante mí, para usarme a su conveniencia, para no sentir nada por mí? Le tome el cabello  muy fuerte mente y lo mire directamente a los ojos. Su garganta estaba a mi disposición, y si yo quería podía morderlo salvajemente hasta que gritara de dolor… Me sentí poderosa como nunca en mi vida, podía tomar lo que quisiera cuando quisiera como quisiera. Un ardor impresionante me recorría el cuerpo de manera placentera… Mi boca sabía a cenizas cuando le pregunte:

-¿Me extrañaste?

Lo miraba fieramente, y atreves de sus ojos veía a una chica increíblemente sensual, con el cabello largo y negro rodeando su rostro, gris, marmolado, y unos ojos negros, profundos, infinitos y hambrientos…

-Señorita Avila, deje a ese muchacho por favor.

Había una mujer parada ante nosotros, alta, delgada, elegante…David se separó rápidamente, pero yo me quede donde estaba, desafiante. Llevaba un traje negro ceñido y el pelo suelto. No recordaba que hubiera una nueva prefecta, pero no era como que hubiera estado atenta la ultima semana.

-Tu, ve a tu salón.

David obedeció sin siquiera parpadear. Lo observe irse corriendo y murmure amargamente para mis adentros “cobarde”. Sin embargo no me moleste, lo atraparía, era mío y lo iba a reclamar.

-Déjate de tonterías, Carolina, lo importante ahora es avanzar.

Casi di un salto hacia atrás cuando vi que la mujer elegante delante de mí había cambiado: su pelo era de humo, al igual que sus pies, y ya no vestía un traje formal, sino un vestido de noche, escotado por la espalda y por el pecho. Era una mujer de Humo.

-Estoy impresionada. Yo cedí ante Él al segundo día. Dicen  allá abajo que tú le ofreciste Agua; dicen que lo retaste y le gritaste. Y segundo cuentan las malas lenguas, dicen que nadie nunca había desafiado tanto al diablo al no cumplir el plazo con el que te amenazo. Me impresionas.

-¿Y tú quién eres?

Su olor a humo me llenaba tanto los pulmones que casi tosí; aun me sentía poderosa, pero poco a poco me iba calmando, y el pánico volvía hacía mí.

-Yo soy Nemesís.

-Me has estado siguiendo… - Eso fue claro para mí, pues recordaba las sombras y el humo de los últimos días. Incluso las voces que me atacaban mientras trataba de olvidarlo todo.

-¿Y tú que creías niña, que el Señor de las sombras iba a seguirte todo el tiempo? Él tiene cosas más importantes por hacer que perseguir niñas calenturientas como tú. Como sea. Has demostrado que puedes aguantar. Y la verdad, después de ver lo que haces…

-¿Qué viste?

El pudor me golpeo de lleno en la cara, porque recordaba ahora que me había sobrepasado con David, besándolo de esa manera, metiéndome donde no debía. Némesis se deleitó con mi reacción mientras sacaba un cigarro de quien sabe dónde y se ponía a fumar.

-Parecías una gatita…. Ronroneando y restregándote. Lo tenías donde querías. Te Gusto, ¿A que sí?
Mire hacia el suelo, apenada. Quería huir pero  no sabía hacia dónde. Intuía que a partir de ahí, ella no me dejaría en paz nunca.

-Como sea, me gustó mucho lo que hacías. Tienes talento muchacha. Úsalo. ¿Hasta cuándo te unirás a nosotros?

-Nunca- Le conteste, con la compostura misma que con la que le ofrecí agua al diablo- Yo no soy un ser miserable, no merezco el infierno y aunque lo mereciera, no iré ahí hasta que me toque. Así que vete por favor. Y basta de hacerse los espías… De un modo u otro- El poder volvió a mí de repente, alce mi rostro, me puse derecha y la mire a la cara, escupiendo cada una de mis palabras- Los voy a superar.

Ella sonrió complacida, como si esperara que yo la desafiara a ella también. Se dio la vuelta con gracia,  tiró su cigarro, respiro hondo y me miro sobre su hombro de manera coqueta.

-No eres más que una escuincla con aires de grandeza. Una persona y nada más.

De repente el aire de mis pulmones fue remplazado por humo, humo gris que salía y entraba por mi boca, impidiéndome respirar. Me lleve las manos al cuello, aspirando más humo.

-Escúchame bien, gatita.  Tú no eres nadie, tu poder es insignificante ante mi o ante él. No sé qué tienes de en la cabeza que no te da para entender que tu plazo ya ha terminado. Se acabó.

Mis piernas temblaron y me deje caer, aspirando polvo y tierra además del polvo. Se me nublaba la vista y las lágrimas no paraban de rodar por mi rostro casi morado.

-Acabo el reto, ¡Felicidades! Resististe una semana completita de paranoia y ataques. Superaste a los demás. Pero nena, recuerda que somos los chicos malos, si no obtenemos lo que queremos por las buenas, lo obtendremos por las malas.

Con esfuerzo me puse boca arriba mirando el cielo ¿Iba yo a morir de esta manera? Si ya había pasado, porque me mataban ahora? Ya no tenía fuerza para luchar, me sentía tan impotente.

-Solo haz funcionar a tu cabecita estúpida, ¿Quieres? Piensa, gatita, piensa… si no te podemos acabar a ti, ¿A quién podemos tomar para que cedas?

El Humo lleno todo y lo último que pude pensar, por lo último que recuerdo haber termido, fue por mi madre. 

0 comentarios:

Publicar un comentario