Hola mis seguidores fieles:
Tienen derecho a matarme y lo saben. Descuido este blog muchísimo y no
tengo perdón de Dios. No tengo excusa ni pretexto para disculparme, pero si
tengo un secreto que debo confesar: Hace 7 meses que me bloquee de la más
terrible manera que pueda pasarle a una
persona creativa. En este lapso de
tiempo claro que escribía, pero eran relatos horribles, descuadrados,
asquerosos, sin lírica y sin corazón. No me gustaría nunca entregarles
basura a las personas que confían en mí,
así que decidí no publicar nada hasta
que el bloqueo se fuera. Y no fue fácil. Tarde mucho en darme cuenta que mi
gasolina para hacer una literatura grotesca y un poco interesante son los
libros. Libros igual de grotescos y encantadores, libros de personas que
dedican si vida a lo que yo quisiera poder hacer todos los días de la mía hasta
el final de mi tiempo: Escribir. Así fue como volví poco a poco, despacio, sin
prisas, saboreando las letras que mentes brillantes escupieron sobre el papel.
Puedo decir sin tapujos ni demoras que amo a los libros porque es en ellos en
donde puedo vivir otras vidas; y también puedo afirmar que amo escribir porque puedo
crear otras vidas para ustedes, mis lectores.
Así que línchenme y pónganme en una tumba (O entiérrenme en un Cadillac)
abran una mina y condénenme a vivir con Tak,
sáquenme los dientes con unas pinzas, envíen a la muere roja por mí. Manden
sus fantasmas a torturarme. Pero por favor no pierdan la esperanza en mí ni en
las vidas extendidas que pienso para ustedes, por ustedes. A los que leen estas miserables líneas,
gracias, por seguir conmigo y por estar pendientes, tanto los que me conocen en
persona como los que de mí solo saben mi nombre. Para mí ya son grandes personas que tengo el
honor de entretener. No lo olviden porque yo no lo olvido ;).
Ahora, el siguiente cuento corto está dedicado a todos los lectores,
pero en especial a la persona que tiene en sus marcadores mi blog: Persona
especial, te has ganado un espacio muy
grande aquí, mi respeto y mi admiración.
Estaré ahí siempre que me necesites, solo llama. Y como dicen en una gran película llamada “Expiación,
Crimen y Pecado… When you need it “Come back… Come back to me”.
El coleccionista de Música.
-¿Estás ahí?
-¡Wow!
me gusta cómo te ves hoy.
No, no estaba bella; ni siquiera arreglada. Helena estaba oculta entre
la sombras, dejando que las tinieblas
escondieran su pequeño y delicado rostro; no quería demostrar lo vulnerable que
estaba en ese momento, descubierta bajo
la noche, esperando mientras las estrellas
la miraban amenazantes centellando desde los rincones del cielo. Se preguntaba
una y otra vez que habría pasado en el mundo cruel y loco como para terminar
traficando sus pasiones en la noche. El
mundo es cruel, se decía en silencio, cruel como las personas que lo rigen. El
viento parecía estar de acuerdo ya que una ráfaga de frio aire revolvió su larga cabellera risada. Y no solo
era cruel, sino que era inteligente. Habían tomado la pasión más grande de su
vida y la había ensuciado con sus transacciones, su asqueroso dinero y sus
frivolidades financieras. La alejaron de
su amor. La alejaron de lo que más quería.
-¿Estas bien? Te ves un poco… Mareada.
-Mike, concentrémonos en la
mercancía.
Mike era un chico alto y delgado. Cabello negro, ojos fugaces, labios
delgados, nariz recta. ¿Era guapo? Si, relativamente. De hecho, de día era un
tipo cualquiera con cara de gruñón y malos
modos. Helena lo había visto varias
veces pasar justo frente ella sin
dirigirle más que una mirada que nunca pudo reconocer. ¿Amistad? ¿Saludo? ¿Asco?
No importaba mucho, porque ella trataba de ignorarlo todo lo posible. El mundo
entero se oponía a ellos; les limitaba,
les rodeaba y los obligaba a ser cuadrados e iguales. Todos amaban las mismas
cosas y todos hacían lo mismo. Aburrido y eficiente, así es como Helena lo veía
todo. Sus amigos le decían “Helena el circulito”, una figura que no encajaba en
la sociedad de ensueño. No le importo hasta el día en que la mandaron llamar a
la dirección general.
“Tienes que ser como los demás;
tienes que cumplir las características que exigimos. Es Por tu bien, ¿Lo
oyes?” Helena y sus grandes ojos miraron la cara del pálido rector con bigote
de estambre y después se desplazaron al infinito, dejando que su mente viajara por parámetros
autistas que solo ella era capaz de recorrer en ambos sentidos. Pasados unos minutos, el rector sentenció con
una voz grave y autoritaria: “Enviaremos a alguien a tu casa para recoger todo
lo… Inadecuado que podamos encontrar en ella. Ya verás cómo esto facilita tu
aceptación social. Serás la mejor entre ellos”.
Y aunque Helena no lo veía, podía imaginar una estúpida sonrisa curvada
bajo el ridículo bigote del rector.
La habían sentenciado y no hubo vuelta tras. Cumpliendo su palabra, el rector
saqueo su hogar y lo vació de toda pertenencia de personalidad u originalidad;
hasta la última piedra de grafito que con tanto amor y esmero había guardado
bajo la cama fue confiscada y destruida; no le quedo nada, salvo su pequeño
tesoro, que siempre llevaba escondido entre las ropas. Y desde ese día, Helena “El
circulito” se envolvió en sí misma para su propia protección. Pero ella sabía
que no podía vivir así por mucho tiempo,
pues la existencia del ser humano no está exenta de sí misma y por ende
necesita algo nuevo que le haga sentir, por las buenas o por las malas, que es un ser vivo; así que decidió
buscar por lo bajo alguien que le proporcionara ese algo que necesitaba. Sin embargo, ese
algo solo podía ser encontrado en un lugar: el mercado irisado. No fue nada fácil
encontrarlo, ya que muchas veces entre un contacto y otro las personas traicionaba
a los negociadores seguros, sesgado las posibilidades de entrar en el mercado
irisado; tan inestable era que en 3 ocasiones
estuvo a punto de ser atrapado consiguiendo contactos directos en medio de la
nada y con la media noche cargada en su espalda. La única habilidad que había salvado a Helena
era su capacidad de entrar en lugares pequeños por su agraciada estatura.
Escapaba por los pelos, respiraba intranquila por 3 noches y volvía a las
andadas con una determinación férrea por conseguir lo que quería, que era,
claro está, su pasión. Fue así como contacto con Mike, quien una tarde soleada
le pasó discretamente la dirección, fecha y requisitos que debía tener para
poder conseguir lo que quería. “No le digas a nadie o juro que volveré, de una
forma u otra, a vengarme de tu boca
floja” susurro rápidamente antes de seguir con su paso hasta perderse en la
multitud de “Cuadraditos” de la universidad. Helena estaba eufórica; al fin
podría tener lo que con tanta ansia esperaba, lo que en las noches la mantenía despierta
y nostálgica; se preparó para la fecha y cumplió con todos los requisitos.
Hasta se concedió bailar un poco en medio de su fría y ordenada habitación. Así
fue como llego hasta ahí, a la media noche en la espera de una sombra sigilosa
y elegante.
- Perdona, estoy algo nerviosa- Dijo finalmente
Helena en un tono más amable y cordial- ¿Qué tal la noche? ¿Estabas ocupado?
- Pues – dijo mirando a todos lados
despistadamente- quede de verme con una chava bien linda hoy en la noche
para entregarle algo que solo ella se merece.
- Ah, ok- Dijo algo confundida
ella, mirando al cielo con sus enormes ojos
brillantes- ¿A qué hora te desocupas?
Helena no entendía nada, pero le siguió la corriente porque… “Porque
quiero lo que él tiene” dijo su cerebro en algún lugar de su cabeza.
-Pues… No sé cuánto tiempo me quiera aguantar esta chica.
-Seguro que no te deja ir- Soltó
con una risita estúpida que reprimió casi de inmediato al ver la mirada
intensa e incomprensible de Mike.
-La verdad, tengo muchas ganas de verla.
Un crujido en la oscuridad los devolvió a la realidad; estaban ahí,
totalmente expuestos en las ruinas de un edificio que estaba en pésimas condiciones,
con algo muy ilegal metido en sus bolsillos. Helena se puso nerviosa y su
instinto le grito que se escondiera, que terminara rápido y se fuera lejos de
ahí.
-Mike… ¿Lo tienes?- Pregunto en un susurro inquietante.
-Si…. Vayamos a la sala de seguridad. Suena redundante, pero ahí estamos
seguros.
Caminaron a prisa y juntos; Helena
podía sentir el calor que emanaba de Mike; le brindaba una sensación cálida y
segura, además de un olor peculiar a libros viejos, café y casetes.
Al llegar a la sala, Mike saco
una cerilla y con un hábil movimiento de muñeca la encendió contra la suela de
su zapato para luego sacar una vela que
prendió con el cerillo.
-Aquí lo tienes- Le dijo mientras sacaba del bolsillo de su chaqueta una
memoria pequeñísima y azul- Lo que tú amas: Música nueva.
Era hermoso; no la memoria; tampoco él, sino la acción de darle la
pasión que ella tanto anhelaba: Música.
Solo música. Algo que era distinto a todo lo que la rodeaba y estereotipaba,
como habían decidido los de la dirección general para controla a todo el mundo, a
todo el planeta, quitándoles a todos su singularidad e imponiendo su monótono
ritmo abismal que no era digno de ser siquiera
murmurado por nada ni nadie. Lo que tenía en sus manos la podía hacer (Y la hizo) la
chica más feliz de la tierra, una explosión de emociones que estallo en los
brazos de Mike, quien al principio se aturdió,
pero después la abrazo con la misma locura que ella. Después de un rato, Helena levanto
la cabeza de entre las sombras y le dijo suavemente.
-Tengo… Entre mi chamarra está el pago por tu música. Cuídalo mucho… es mi….
-Vida…- Completo el con un suspiro mientras la estrechaba contra él- No…
cuídalo tú, Helena. Te he visto desde hace mucho tiempo. Eres diferente, única y
especial. Sabes escuchar, no solo personas, sino todo tipo de cosas, y eres muy
graciosa. – un silencio reino en la sala, mientras las ventanas soltaban
pequeños destellos de luz- Te he visto
desde que cruzaste la puerta de un salón e iluminaste todo, circulito. Y si no
te había hablado era porque no quería arriesgarte… Soy un chico de cuidado,
¿Sabes? Y yo….yo….
-Nos guiaste a esto y ahora vas a irte lejos, muy lejos- Dijo una voz
que salió de entre las sombras Llévenselos, señores- Ordeno el rector con su bigote esponjado y su
sonrisa soberbia.
De la nada salieron guardias que los tomaron por la fuerza y los
separaron; 3 para Mike, uno para Helena, por ser pequeña. El chico lucho como fiera, pero los 3 hombres
lograron someterlo al cabo de unos momentos, sacándolo por la puerta. Helena
estaba en shock: veía como los hombres golpeaban a Mike cruelmente. No podía
mover un solo musculo y sus ojos no se despegaban del rostro de Mike. Solo
cuando lo estamparon contra el cristal pudo despertar del hechizo y empezó a forcejear.
Logro zafarse y correr al cristal el
tiempo suficiente para ver los ojos
inescrutables de Mike, pero lo que vio en ellos ya no era tan indescifrable: Era
amor, ya sea por la vida, por la música o por ella, no importaba, pero en ellos
había amor. Y sin pensarlo, Helena saco
su tesoro de entre su ropa para entregárselo, simbólicamente, a él: un
reproductor de música de 2 gigas de memoria, donde tenía todas las canciones
que amaba con locura y pasión… Tanto como, se dio cuenta en ese momento, amaba
a Mike.
Sin pensarlo, puso sus manos en el cristal, la derecha con la memoria
azul que él le había dado, la izquierda
con el reproductor de música, y sin pensarlo cerró los ojos y beso a Mike con
el cristal interponiéndose entre ellos, sintiendo el frio del vidrio trastornado con el calor de ambos.
Todo fue oscuridad y borrones a partir de ahí; Mike desapareció al mismo
tiempo que el dolor aparecía. Gritos, órdenes, palabras, sollozos. Un mosntruo le
quitó de las manos sus tesoros, pero no importaba. Ya no importaba nada. En
medio de la confusión alguien le tomo la mano y no se la soltó, a pesar del
caos que reinaba el lugar. Todo se iba oscureciendo y lo último que vio Helena
fue una sonrisa hermosa en los labios de Mike, que se arrastró por el suelo
hasta llegar a ella, porque lejos de ella, no había nada más.
0 comentarios:
Publicar un comentario