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lunes, 25 de agosto de 2014

HUMANOS

lunes, agosto 25, 2014 Posted by Anil No comments
Hola Chicos:
Tenia largo tiempo sin escribir porque todo lo que escribía me parecía que reflejaba mi estado de animo o incluso hacia referencia personas conocidas, y no quería que pensaran que estaba loca.

Pero hoy en la noche, después de terminar este cuento decidí publicarlo.

"¡Al carajo!" dijo una voz en mi cabeza, "Que le den a la prudencia,  lo vamos a publicar"

De cualquier manera, ya saben que estoy loca ;)

Así que, las dedicatorias: a los malos amigos, que son los mejores que puedas tener.

Nos leemos luego :D
Humanos
-En una historia generalmente hay una persona buena y una mala. Siendo seres humanos tan estúpidos y narcisistas, nos colocamos siempre como los buenos. Pero tengo algo que decirles niños bonitos: Aquí todos somos unos malditos demonios. Dense una oportunidad de ser verdaderamente malos y les aseguro que les va a encantar. Lo van a disfrutar. Tal vez luego se asusten de lo que sea que hicieron, se sientan mal y se arrepientan hasta el alma (Si es que tienen una), pero mientras el beneficio se quede ahí, serán malos justificándose para parecer buenos. Estoy yo ante todos ustedes, Némesis, pidiendo de rodillas que me permitan arreglar el mal que he provocado a esa persona a la que sin lugar a duda, ame y amo más que a mi propia vida, a mi alma.

Ahí estaba, una hermosa mujer, de 23 años,  de un cuerpo seductor y una cabellera abundante, ligera y sedosa, vestida de negro, pidiendo con la más elegante dignidad que se le concediera el poder que necesitaba para resolver el problema en el que se había metido. La mujer esteba parada en medio de una sala rojiza con suelos blancos y matizados, iluminada solo por lámparas tenues que permitían a las tinieblas reinar en los laterales de la sala.  El jurado estaba a la derecha, creaturas  sentadas ordenadamente en 2 hileras, escuchando atentamente a la chica mientras hablaba. A la izquierda, en otras 2 hileras, había personas que se movían incomodas en los asientos, mientras miraban a todos lados.  Había una clara diferencia entre las personas de la izquierda y la derecha: las primeras eran humanas, pobres almas que habían caído en la ciudad del Kaos, individuos que aun trataban de justificar las excusas que los habían conducido al averno; las segundas eran los entes que ya habían aceptado sus penas y quienes se encargaban de castigar a los desgraciados.

Pero ellos no importaban, y Némesis lo sabía. La persona a quien debía convencer (o persuadir) era al tipo sentado frente a ella, en un simple escritorio sumido totalmente en tinieblas, donde lo único que resaltaba  en la oscuridad eran un par de brazas ardientes,  fijas en ella.

-¿Y pretendes que solo con  esa explicación se conceda lo que pides?- Preguntó un humano impertinente mientas entornaba los ojos con recelo.

Los entes no movieron ni un musculo mientras a que hablaban, mientras que los humanos soltaron gritos ahogados de sorpresa y saltaron en sus asientos. “Patético… ¿Para que traen humanos a esta petición? Para que se orinen de miedo?” Pensó la mujer, mirando con despareció a los humanos,  manteniendo su postura inicial.

-No pretendo venir a llorarles mis penas, caballeros. Las lágrimas que debían derramarse ya se han derramado.  En el infierno no hay lugar para el duelo o el luto, somos gente de acción.
El hombre entre las sombras exhalo profundamente asintiendo con la cabeza, mientras miraba a los humanos, quienes se estremecían ante el contacto de su mirada.

En medio del silencio una tierna voz  surgió del lado derecho de la sala, sonando fuerte a pesar de pertenecer a una niña pequeña.
-¿Puedes contarme la historia por favor? Quiero oírla.

Era solo una niña. Una niña pequeña con un largo cabello y una extraña vibración de que la hacía ver borrosa. Por más que la elegante mujer trató, no pudo ver directamente a la cara de la niña,   aunque tenía la impresión de ver unos grandes ojos en aquella diminuta cabeza.  Némesis se confundió, pues no sabía que procedía en una petición como la que estaba haciendo. No creía que la formalidad se debiera romper por el deseo de una niña pequeña y sin embargo, esa nena estaba ahí sentada en la fila del infierno. “Al diablo, peores cosas he hecho ya, enfadar a los demonios no pueden poner las contra mí, no más de lo que necesitaba”.

Con mucha gracia,  Némesis dio un paso adelante y de entre sus ropas saco un cigarro y un encendedor de plata,  mientras pensaba “ Y que le den a la salud, ya estoy muerta”.

-Hace ya 2 años conocí a un chico llamado Fernando mientras  estaba en un bar bebiendo una cerveza por la que ahora mataría. La pasión fue evidente desde el primer momento, pero yo estúpidamente la confundí con algo que los ilusos llaman amor. Empezamos a salir de manera que yo me enamore locamente y, para mi desgracia, él me siguió el juego. Pasamos un año entero juntos,  diciendo que nos querríamos para siempre y que éramos afortunados por tenernos. Nos decíamos la mentira más grande que el mundo ha inventado. TE AMO.  Te amo… - susurro mientras apagaba la colilla  en una medalla de plata que colgaba desde su cuello de cisne, riendo amargamente-  Después de eso, él empezó a comportarse distante… su trabajo le agobiaba mucho, al igual que yo… Hubiera podido asimilarlo, hubiera podido entenderlo, de no ser por una persona  que empezaba a meterme ideas en la cabeza, a decirme que el ya no me “amaba”. Yo me la creí, fui una tonta y empecé a tratarlo mal, a tener problemas. Me volví loca y empecé a ser un monstruo, el monstruo que soy ahora.  Obviamente me dejo, rompió mi corazón y se fue. Pero yo no estuve conforme, me día a mí misma que esa persona especial era la única por la que debía pelear hasta al final, por todo lo que habíamos pasado y todo lo que nos habías dicho, las promesas, los sacrificios y el cariño. El desaparecía poco a poco y yo cada día trataba de hablar con él, de atraerlo hacia mí. No iba a funcionar.  Apenas ayer me entre quien fue la persona que quería marcar la discordia entre nosotros.

-No ha sido culpa tuya… el de abandono.

- Dejo de ponerte atención….

-El cerdo maldito…..

-Las personas no dejas de amar nun…

-…Por los ojos,  por ahí se le metio….

Los humanos interrumpieron a Némesis mientras lanzaban comentarios, primero con susurros y luego con gritos y gesticulaciones, tratando de hacerse oír. Los demonios se mantenían callados, expectantes,  mientras el hombre entre las sombras era una roca impasible.  Los humanos estaban extasiados,  haciendo cada vez un caos más grande  y  más grande;  la  mujer estaba segura  que de haber tenido algo a su alrededor lo habían lanzado.  “Excusas, pretextos… en sus afirmaciones se justifican ellos solos… tratan de convertirme en una víctima, diciendo que yo tengo la razón, porque al  convertirme en mártir ellos también se convierten…. Se salvan con mi salvación”. Y por alguna extraña razón, aquel pensamiento enfureció completamente a Némesis, que tiro el encendedor, los cigarros y  la colilla que tenía en las manos.

-¡Basta! ¡Bastardos, idiotas, imbéciles! ¿Es que no lo entienden?  Soy yo el monstruo, soy  yo la que dejo de lado todo y lo lastimo, lo lastimo mucho y lo alejo de mi. Personas como ustedes me aconsejaron, me dijeron que yo estaba bien, me dijeron que luchara, me dijeron que le escribiera, que le acosara. Ese es el daño del que yo estoy hablando… ¿No se dan cuenta que todos aquí somos monstruos? Nos levantamos y nos convencemos día a día que somos los buenos, que tenemos la razón, que nuestros actos no son malos, que son por el bien. ¿Saben que es el bien?  Claro que no, cerdos asquerosos,  porque solo piensan en sus propios intereses.

-¿Qué era lo correcto? ¿Qué te olvidara y te dejara sola?

- Eso era precisamente lo correcto, somos egoístas por naturaleza, lo necesario era que él me olvidara, lo obligatorio era que yo le dejara en paz… que pensara en mí, pero loca y obsesionada trate de retenerlo a mi lado… la desesperación me segó y ahora lo he perdido todo.

-¿Entonces qué es lo que quieres aquí?

El hombre de las sombras lanzo la pregunta y todo quedo en silencio en ese instante. Las tinieblas cubrieron todo y  la mujer elegante en medio del salón quedo iluminada, expuesta ante ojos invisibles.

-Quiero arreglar mi error. Quiero castigar a quienes propiciaron mis errores…. A quienes creen que hacen el bien… y a quien me deseaba el mal.

-¿Ahora eres buena?

-No… Soy humana, pero vengo ante ti a pedirte que me conviertas en pura maldad… Mata esta estúpida humanidad que me hace sentir mártir… no quiero volver a pensar en el bien de esta manera… Quiero ser mala… me gusta repartir el mal sin mirar a quien, aceptar que soy yo la que lo hace,  correr orgullosa a mis castigos  porque los merezco y castigar porque lo merecen, mas allá de mi juicio o el suyo… Que sea la nada quien decida. Sé que el bien y el mal no existen… pero la justicia si, y lo que pido es justo… Mi alma, yo, mi ser, al servicio eterno de la maldad a cambio de ser la mano que ejerza el castigo destinado a las personas que pido.

Otra vez el silencio se apodero del salón. Los humanos se habían arrinconado en una esquina,  histéricos ante el exabrupto de la mujer, lamentándose unos con otros aquel arranque de furia,  negando que ellos los hubieran causado, susurrando que ellos solo querían ayudar. “Me dan asco” pensó Némesis dándoles la espalda. Los demonios  no se movieron. Todos miraban hacia el frente, callados,  inexpresivos, sin juzgar

-¿Y por qué crees que soy capaz de ofrecerte eso?

Con una débil sonrisa, la mujer tomo de nuevo el encendedor y los cigarros,  encendió uno y empezó a fumarlo, saboreando la nicotina con placer. A la séptima calada del cigarro respondió tranquila.

-Porque Dios nos concede el libre albedrío, pero eres tú el que castiga el mal que nosotros creamos.

Una fugaz sonrisa cruzó por el rostro del hombre en las sombras, poco visible pues en ese momento las tinieblas se tornaron densas  y el salón se congelo.  Némesis exhalo el humo, una brisa caliente  se apodero de su pecho y después un calor intenso recorrió todo su cuerpo… solo que ya no era un cuerpo sólido, sino uno hecho solo de humo negro y espeso, un humo que la hacía de pies a cabeza.


-Trato hecho.


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