Wow.
4 meses y no nos extrañaron. No se preocupen, es normal no acordarse de alguien como yo. Pero desgraciadamente yo si que me acordé de ustedes y por eso adivinen que:
I´m Back, bitches.
Y hoy vengo con una recomendación: Si quieren que escriba seguido, rompanme el corazón y aquí me tendrán por muuuuuucho tiempo.
Y bueno, los eche de menos.
Dedicatorias: A todo el que lea estas lineas, un abrazo fuerte y un beso tronado. Y una dedicatoria para Emmanuel, a quien prometí no olvidar y me vienen y me van sus cambios de humor o que ya no quiera saber de mí. Promesa es promesa. Te jodes.
Perdí recientemente a una chica que compartió conmigo lo que pocas personas comparten: Tiempo. Solo quiero decir ante esto lo único que podríamos decirnos: No regrets. All the love.
Aparte de las depresivas anotaciones, les presentamos HAZME
UN FAVOR Y ROMPEME LA NARÍZ. Inspirado en música Indi de los fabulosos Artick Monkeys, dejo las canciones y a quien capte los guiños le debo una cerveza.
Espero les guste. Gracias por leer :)
HAZME UN FAVOR Y ROMPEME LA NARIZ.
-HAZME UN FAVOR Y ROMPEME LA
NARÍZ.
El golpe fuerte de ella no pudo
romper sus nariz, pero si hacerle bisquear y gruñir. Pero no se movía, porque
era una roca sólida. Ella ya había pasado varios años entrenado algunas artes
mixtas; sabía cómo hacer que un elefante perdiere el conocimiento y sin embargo
estaba ante él con los dedos casi rotos.
-Mierda Jared. Sigues siendo un
idiota. ¿Me puedes explicar que carajos haces aquí?
El la miraba, pero tenía una
expresión vacía. Hacia 5 años que había desaparecido de la faz de la tierra,
igual que todo lo demás. Las vidas normales habían cambiado por peleas en los
desiertos y búsqueda de agua. Los había abandonado, les había dado la espalda,
se fue y eso era imperdonable, pero viéndolo tan arruinado como estaba ahora
ella creía que podía ser tan estúpida para perdonar todo y seguir adelante.
-¿Hola? ¿Estás ahí, grandulón?
Ya ni siquiera parecía aquel
hombre agradable dispuesto a entregar la vida por la felicidad de los demás.
“¿Qué te hicieron?” Se preguntó ella con la tristeza asomándosele por la
garganta. Lo miro directamente a los ojos: Estaban huecos. Y eso la hizo
enojar.
-¿Qué? ¿A qué vienes? ¡No te
necesitamos, estúpido! ¡Sobrevivimos! Les pateamos el trasero tan fuerte que
sus ojos salieron por sus cuencas. Ahora somos a quienes temen, susurran en la
oscuridad para que no los escuchemos y vayamos a terminar con su miserable
existencia. Les hicimos pagar. Nos salvamos. Sin ti- Rompió a llorar… justo
como cuando se dio cuenta que no iba a volver realmente, que se había ido para
olvidar todo lo que era. Lloraba porque tenía mucho tiempo tratando de no
hacerlo, porque su luto no iba a terminar nunca. Le odiaba, le adoraba. Lloraba
porque era imposible para ella olvidar a alguien. Y porque siempre mantenía su
palabra.
-¡Te prometí frente a todos que
si te dignabas a volver, te mataría con mis propias manos, Jared, yo cumplo mis
malditas promesas!
Saco si cuchillo delgado de la
cartuchera de la cadera y lo tendió ante sí a modo de amenaza. Él no se inmuto.
Seguía ahí parada, con su cara de idiota, con la boca cerrada y los hombros
caídos.
-¡Te cortaré la maldita cara si
no te vas ahora! ¡VETE!
Le tiró el cuchillo a los pies y
se dio la vuelta, sin mirar atrás, dejándolo entre las dunas. Era una brabucona
de primera, pero no podría matarlo sin que le doliera hasta el alma, aunque
cierta parte de ella realmente quería enfrentarse a lo que fuera a decir él (Si
hablara, claro). Jack la esperaba en la entrada de la fortaleza, con la mirada
expectante ante lo que acababa de ocurrir. Apenas y lo miro antes de entrar,
cegada por el lodo que tenía en su cara a causa del llanto y el polvo.
-No lo matarías. Es más, le vas a
perdonar.
-Cállate.
-Nadie te lo va a reprochar. No
eres una asesina, Paola.
Pero por
la mirada que le lanzó antes de desaparecer, se podría decir que lo era.
-¿Cuánto lleva ahí?
-Debe estar jodido, van 3 días,
sin comida, ni agua ni descanso. O esta chiflado o es medio zombi, y ninguno de
los casos nos conviene.
-Da miedo verlo. Parece un
muerto. No el mismo hombre que se fue de aquí.
-Más que eso. Yo no creo que este
vivo. Estos 2 siempre han sido así, de respetar las promesas estúpidas que se
hacen.
-¿De qué demonios hablas?
-Piénsalo. Él jura que siempre
sabrá de él, no importa a donde vaya. Ella jura que si vuelve lo matará. Paola
siempre está pendiente de los pasos, los indicios, la comunicación. Sé que todos por aquí piensan que es por
estrategia y tal vez lo sea, pero yo sé perfectamente que es porque espera
noticias de él. Y ahora viene Jared medio cadáver y espera que ella salga a
matarlo porque eso es lo que prometió que haría. Si se hubieran prometido sexo
divertido siempre que se pudiera esto sería más agradable de ver.
-No me jodas. ¿Qué pasa sí es un
peligro? ¿Qué pasa si es un monstruo o atrae a alguno por aquí? ¿No deberías
tomar precauciones?
-… No podemos opinar. Ni hacer
nada. Sabes que es el hombre más peligroso del mundo. Estoy seguro que si te
acercas te quedaras frito en la arena mientras él no moverá más de 3 músculos.
-¿Qué hay de ella? ¿No piensa
matarle? ¿O hacer algo?
-Mira novato, ella ha estado aquí
desde siempre, nunca nos ha decepcionado y ha comandado el desastre mejor que
nadie. Dejemos que ella lo arregle. Pero te diré algo: Terminaran muerto los 2.
Suicidas asquerosos.
-Lo siento mucho, Jack.
-… Es mi chica.
Y si la muerte la pone en paz, que en paz este.
Llevaba más de 4 días sin dormir,
comer o beber nada, y no se sentía nada mal. Pensaba (cuando lo hacía) que bien
podría estar entrenando para entrar al infierno (Si ella lo mandaba allá). Se
había ido 5 años antes porque necesitaba estar lejos de todo, apreciarse,
encontrarse. No quería seguir siendo la misma persona que era en ese momento y
había partido para comerse al mundo. Nunca pensó que el mundo sería el que se
lo comiera. Le había ido mejor que esto (Piel lacerada, inanición, locura) pero
al final había regresado a rematar, porque no había manera de morir si no era
ella quien lo hacía.
Había luchado por mucho tiempo
contra alimañas, ganado corazones de princesas, riquezas infinitas, amores
intensos, teniendo todo lo que se supone que quería. Gozo por algún tiempo,
pero al final se sentía solo y añoraba la compañía de los que fueron sus
compañeros y familia. Era estúpido pasar
todo el tiempo metido en una cama mientras lo único que quería hacer era
dormir. Al final decidió regresar, pero no contaba con que al llegar ya no
encontraría nada de lo que añoraba. Lo supo en cuento puso un pie en el
desierto. No eran las dunas doradas. No era el sol ardiente. Era el sonido. El
lugar parecía escupirle en la cara. “Mira tú por donde, Dorothy ha vuelto a
Kansas” le seseaba el viento entre las montañas de arena. “Que novedad, regreso
la serpiente al nido” le decían los silbidos por entre los cactus. “¿Pero quién
va a dormir en esta ciudad que nunca despierta?” decía el frio de la noche
mientras congelaba todo.
Al principio se desconcertó, y
desubicado como una cabra se quedó quieto, esperando, escuchando. Solía andar
por esos lugares como si solo fueran una extensión de sí mismo, los conocía,
podría decirse, hasta por cada grano de arena. Y ahora, a pesar de ser los
mismos, eran diferentes. Ahora ya no eran parte de él, eran ajenos, eran de
otros. Por un momento temió la posibilidad de que otros le hubieran robado lo
que era suyo, pero después de pensarlo un poco supo que era imposible por el
simple hecho de que, al irse, había dejado todo atrás, libre al paso de quien
se lo topara, para que lo tomara, lo destruyera o lo usara, lo que le viniera
mejor.
Hizo una promesa que no había
cumplido. Había olvidado, había enterrado lo que era porque quería ser algo
más, sin darse cuenta que podía mantener lo que era y ser lo que quería ser.
-Carajo… Esto es complicado- Le
decía a la soledad que lo acechaba todos los días.
Recorrió todos y cada uno de los
lugares que solía resguardar y se dio cuenta que una batalla fuerte ya se los
había quitado. A alguien le había dado una paliza brutal y alguien había ganado
hacía tiempo. “¿Fueron ellos o nosotros?” pensó al filo de una gran roca ardiente.
Y el calor del desierto le respondió con acidez “¿Nosotros? Tu no perteneces
aquí”.
Fue una patada en los bajos que
lo terminó de matar por dentro. Era cierto, ya no pertenecía ahí, ahora era un
visitante, como muchos que él vio partir antes. En ese momento se derrumbó y se
dio cuenta cual había sido su error principal: Vivir siempre en la fantasía.
Añoraba tanto una vida que olvidaba la otra y cuando añoraba la vida pasada la
del presente le sabía a nada. Siempre “Después será” para no hacer lo que tal vez
podía hacer. Siempre se hacía el valiente y prefería la soledad. Era su manera
de ser y nadie le juzgaba por eso y probablemente hacia era, si no feliz, al
menos alegre. Entonces como un puñetazo le vino el descubrimiento de su segundo
error: Volver.
No tenía caso volver a ese
desierto miserable con personas que ya ni lo conocía. Se preguntó (otra vez)
quién habría ganado (Incluso tuvo curiosidad sincera de saber que había pasado)
pero supo por el desierto que habían ganado ellos y no los “otros”.
Y con ellos al mando, ella sería
una líder nata. Estaría viva. Se apostaba la cabeza a que sí. Entonces pensó en
volver y saludarlos, no porque añorara volver, sino por pura camaradería. Se
dirigió hasta ahí y encontró todo en un magnifico caos: El fuerte más grande,
con más personas, funcional. Todo a resguardo y ¡Dios santo! ¡Niños! Algunos
niños en los brazos de sus padres. Si, aquella era una paz en medio del
desastre que daba gusto ver. Entonces la vio.
Y fue como ver al desierto personificado.
-Ya no es
mía.- Susurro y se quedó hecho de piedra.
Yo no soy de nadie
Se lo había escrito un día en el
calabozo mientras lloraba como una nenita. Nadie la iba rescatar en ese momento
y nadie lo haría ahora que él estaba esperando, desde hace 5 días. Todos
murmuraban y salían a verlo, esperando que cayera muerto de un momento a otro.
Pero Paola sabía que no iba a caer, que podría durar una eternidad así si lo
quería, porque era un tonto cabeza testaruda.
Si, se había ido, los había
abandonado, los había dejado. Pero en ningún momento lamento su decisión,
porque era lo normal, querer más, salir a la aventura. Ella se habría ido
igual. Pero era una romántica y se le hacía imposible dejar algo que amaba a la
deriva. Sentía que debía cuidar todos los pequeños tesoros que se le eran
concedidos. Tenía la paciencia para sentarse, escuchar y ponerse en los pies de
otros. Entendía perfectamente por qué lo había hecho. No entendía nada más. Ya
no le importaba, porque estuvo sola en ese calabozo por bastante tiempo,
pensando en todo y en nada a la vez. Cuando el líder bajaba con la idea de
darle un poco de “diversión” ella lo enviaba arriba con un dolor de cabeza.
-Eres mía.
Lo decía siempre que la veía y
siempre que se marchaba. Ella se encargó de marcarse la piel para la última vez
que la viera.
Jared partió un frio día de
enero, para los lluviosos días de febrero Paola cayó en el calabozo. Era un
trofeo para El Kamikase; quien se regodeaba de haber capturado a la más buscada
de sus enemigos. Sin embargo, la maldita era una perra que no dejaba que nadie
la tocara, y el que lo hacía le salía caro. Después de la primera semana la
dejaban sola.
-Dejen que se amanse. Ella sola
hará todo el trabajo.
Y mientras ellos reían ella
sonreía. Claro que haría todo el trabajo.
Su plan fue sencillo. 7 pasos, como siempre.
1-. Vienen por ti. No
hables. No mires. Piérdete. Busca en tu mente un lugar donde estar.
2-. Son unos hijos de
puta. Te van a abofetear. Te verán débil. Lo estarás. Una vez vencida, te
ataran y te llevarán ante él.
3-. Le gusta la
agresión, el dominio, usara un objeto lujoso y afilado para quitarte la ropa.
Utiliza usa ventaja, sal de tu lugar seguro y alerta a todos tus sentidos,
después de tanto tiempo esperando, es hora de liberar a la fiera.
4-. Mata. Sin
compasión. Sin error. Sé certera. Se lista.
5-. Tan pronto como
puedas envenena el agua. Se la noche misma. Si te agarran, estas muerta, o
peor, demasiado viva. El veneno está escondido en donde te encontraron.
6-. Quema alcohol,
enciéndelo, inicia el fuego como evento principal y huye al manantial. Los
sobrevivientes estarán indefensos, drogados o moribundos. Aprovecha tu ventaja.
-Y el
último paso.- dijo en el presente, mirando a Jared impasible, como hacía 6
días, desde su llegada- 7: Vuelve siempre a casa, a salvo. Y prepárate para la
siguiente ocasión.
-Te ves asqueroso.
Era el séptimo día y ella estaba
frente a él con la mirada encendida. Se
veía terrible, aun peor que él. La miro y sintió los mismo que hace 7 días,
aunque esta vez le costó resistir sus impulsos.
-No será divertido si no hablas.
La tenía tan cerca que casi podía
olerla y parecía que no se había duchado hacia mucho.
-¿Listo?
-Listo.
Su voz era un gruñido horrible,
el sol caía directamente entre ellos. Jared no podía creer que fuera hacerlo, y
de verdad estaba convencido en que no lo haría. Vio a Jack en las sombras, una
mirada severa se cernía contra él. Cargaba una niña en brazos.
-Una última pregunta: ¿Por qué
querías que te rompiera la nariz?
Sonrió, la miró directamente a
los ojos y dijo:
-De esa manera estaríamos a mano
cuando rompiera tu corazón.
Fue un movimiento rápido de su
parte, directo al pecho, tan potente que todos escucharon como dejaba de
respirar de golpe y abría mucho los ojos. Miro al desierto y descubrió que era
suyo y que el desierto estaba de su parte. Las extensiones de arena dorada le
daban la bienvenida con una suave caricia. Logró levantar la cabeza y lanzarle
un beso al amor de su vida. Y al final solo se fue con el viento entre la
arena.
-¡Asesino!
Las voces susurraron primero y luego gritaron. Pero nadie se
movió. Jared creyó que al fin sentía algo más que vacío en sí. Pensaba fervientemente
que cuando terminara con Paola recuperaría al desierto, que ella le había robado
de algún modo. Miró girando entre sí y un poco confuso descubrió que no podía
sentir nada. Si antes le insultaba, su desierto ahora estaba en silencio. Miraba
confundido por donde quiera, pero no encontraba nada. Silencio. Como ella. Pero
no muerto. Solo imposible de alcanzar.
-Ya estarás feliz.
Jack caminaba despacio hacia él,
impasible aun, con la cara llena de rencor. La niña que antes estaba en sus
brazos ahora estaba con otra mujer. Lloraba terriblemente. Jared no podía
evitar sentir pena por la pequeña. ¿Lo habría visto? Quién sabe. No importaba.
-O estarás vacío aun.
-Era ella o yo.
-Nunca fue así. Velo por ti
mismo.
La tomo con cuidado y le descubrió
el cuerpo. Llevaba solo una flor de Cactus. No sabía que carajos significaba,
pero podía notar que no llevaba armas.
-Sahara. Es morena. Tiene sus
ojos, pero tiene tu pelo.
-¿Qué…?
-Felicidades, mataste a la madre
de tu hija. – Y fue cuando se rompió, tomando el rostro de ella y besándolo en
la frente.- Suicida idiota. Te amo.
Rubia. Y pequeña. Y llena de
vida, como la flor del cactus al florecer. Le había mandado un beso antes de morir.
-Dijiste que no te haría daño. Dijiste
que sería feliz con ella. ¿Dónde está tu paso 7, corazón?...
Ninguno respeto las promesas que se hicieron. Nadie lo hace ya. Todo acabó.
Pero ella estaba en casa, sana y
salva, tal como prometió.
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